viernes, diciembre 28, 2018

LIVE IN 225: LOS DISCOS QUE MÁS ME HAN GUSTADO

Una decena de discos para recordar con el regusto de este año y la evocación para años venideros. Esto es lo que más he disfrutado en 2018, casi tanto unos trabajos como otros. No se trata de distinguir lo que merece un 7,5 de un 8 o un 8,5, lo que hoy se gana cuatro o cinco estrellas y mañana tres y media o cuatro y media. En el fondo se trata de muy buena música, original o versionada, de aquí de allá y de todas partes... And we like it!

-Amy Helm, This too shall light
-Calexico, The thread that keeps us
-Dawes, Passwords
-Glen Hansard, Between two shores
-Hiss Golden Messenger, Virgo fool
-Jonathan Jeremiah, Good day
-Jonathan Wilson, Rare birds
-Milana, Desierto cicatriz
-The Milk Carton Kids, All the things that I did and all the things that I didn't do
-Sam Phillips, World on sticks

Feliz 2019 a tod@s.

miércoles, diciembre 26, 2018

QUERER MAL

Entre los nombres del año, las personas o personajes que más han dado que hablar en 2018, estará el suyo. El poder del marketing, la fuerza de imágenes y sonidos que crean y explotan un producto de consumo instantáneo. De eso se trata. El eco está ya formado, ahora que dure, que dé aún más que hablar, que venda mallas o lápiz de labios, quizá un bizcocho, que aparezca en las revistas y los programas, en unas cuantas galas, que todo el mundo crea saber quién es ella. Adhesión, indiferencia o hartazgo dirán cuán efímera o permanente es su huella en el universo de la moda y la fama contemporáneas.

Tarde y con mínima curiosidad, pero con atención, escucho El mal querer, de Rosalía. Quiero tener una impresión para no precipitarme a condenarlo o a incluirlo entre las obras magnas. Carezco de referentes para enjuiciarlo del mismo modo en que me siento más capacitado para valorar discos de pop y de rock, así que no me atrevo a ser categórico, aunque estoy seguro de que, según me cuadre, lo pisotearía o arrojaría por la ventana. No solo mi poco aprecio por el flamenco me aparta de este disco, su maridaje con el pop y la electrónica me escuece. Canta la chica, pero ¿sabe cantar? (no la he visto interpretar, cierto, cuando afloran talentos naturales y la música enseña su alma) ¿En realidad importa?

viernes, diciembre 21, 2018

SOUNDTRACK 222: WATERBOYS

Waterboys, la banda de Mike Scott, engrandece esta pequeña película, Waterboys (2016), del cineasta holandés Robert Jan Westdijk. La música de los Waterboys se abre para propagarse por los pliegues de la nostalgia. Siempre me han gustado, y mucho, los Waterboys.

Dos hombres con su vida sentimental hecha pedazos, padre e hijo, comparten viaje por mar y carretera desde Holanda hasta Escocia, adonde el primero acude a promocionar, en Edimburgo, la primera de una popular serie de 17 novelas policiacas con el mismo detective que es traducida al escocés (sic). El padre es juerguista y despreocupado, con bromas que ofenden más que divierten; el hijo, más sensible e inseguro, no deja de ser, en palabras de su padre, un calzonazos. El contraste de costumbres, el peso de la convivencia, los caprichos del amor, desfilan en matices y situaciones ligeras por este film, sin ansias de profundizar pero eficaces en su medida justa.


Waterboys podría ser una película fácilmente olvidable, pero las escenas en que los personajes asisten a un concierto del grupo escocés en un teatro la revistan de una fuerza memorable. En ese momento alguien echa la vista atrás y añora las emociones más importantes de su vida, en la que las canciones de los Waterboys fueron su banda sonora; y alguien mira hacia delante con el escalofrío evocador de la música, mientras el sol vuelve a salir.

jueves, diciembre 20, 2018

BONUS TRACK 200: A PERIOD OF TRANSITION (VAN MORRISON)

Qué grato es reencontrarse con buenos álbumes olvidados de una extensa discografía. A period of transition (1977) es uno de esos trabajos de Van Morrison de los que apenas uno se acuerda. Pasa también con gran parte de su producción posterior, irregular en los ochenta y noventa y mucho más centrada en los últimos quince años, aunque su piloto automático se haya acomodado en una eficiente elegancia que nada apuesta por la variedad, y que seguramente no necesita. Este disco, grabado tras su periodo más largo de inactividad, tres años (en los dos últimos ha despachado cuatro vinilos), sí salta de los terrenos melancólicos del folk rock de sus obras previas (Hard nose the highway, el hermoso Veedon Fleece) a las parcelas calurosas del R&B por las que después navegaría el irlandés en gran parte de sus discos. Lo tenía tan borrado el disco de la memoria que no ubicaba en él a Dr. John en las teclas y la producción compartida, no sentía su ligero aire de New Orleans; como tampoco recordaba que Van the Man, oh milagro, se atreve a sonreir en una de las quince imágenes suyas de la cubierta.

martes, diciembre 18, 2018

BONUS TRACK 199: TENOR CONCLAVE (COLTRANE/MOBLEY/SIMS/COHN)

Mi oído es hábil en distinguir voces y guitarras a lo largo del tiempo y de los discos, en identificar de quién es ese solo o ese riff que alegra, entristece o conmueve un tema musical. Más dificultades tengo en reconocer el sello instrumental de los músicos de jazz cuando escucho piezas aisladas o determinados álbumes. Pongamos por caso que en un mismo disco tocan cuatro saxofonistas con sendos saxos tenores y con sus sonidos entrecruzados en los mismos temas. Quizá a John Coltrane, con su corpórea seguridad, lo puedo distinguir mejor que a los demás. Quizá la finura melodiosa del no tan estimado Hank Mobley es reconocible. A Zoot Sims y Al Cohn los tengo más apartados y no sabría decir de cuál es este o aquel saxo. Tenor conclave, grabado en 1956 por el sello Prestige, reúne a estos cuatro saxos en cuatro temas. La primera portada (mangas de camisa en lugar de trajes oscuros) sitúa a los músicos en el mismo nivel, sin un nombre en letras más grandes que los demás; una reedición posterior, de 1962, la tipografía resaltaba a Coltrane sobre el resto, los cuatro con traje y corbata. La obra, a caballo entre el cool y el hard bop, es una delicia, con una cumbre como How deep is the ocean? ideal para bucear en las aguas del ensueño en el cierre del repertorio.

lunes, diciembre 17, 2018

GREATEST HITS 216: CANCIONES QUE ME HAN GUSTADO

Llego al final de este año algo apagado musicalmente. Sin alicientes, desganado, y no en las mejores condiciones para entregarme a nuevas escuchas detenidas o a repasos discográficos. Pero no quiero olvidarme de muy buenas canciones disfrutadas estos meses. Son temas que aparecen en BUENOS discos, pero NO los mejores de 2018 para quien continúa alimentando este blog.

-I get weak, Amos Lee
-Woman, Cat Power
-What makes you happy, Edie Brickell & New Bohemians
-Hammer ring, Doyle Bramhall II
-Tucumcari, Goodnight, Texas
-Mama proud, Jess Williamson
-All the way to the river, John Hiatt
-Oracle of the maritimes, Neko Case
-The only thing worth fighting for, Rosanne Cash
-Straight Street, Ry Cooder

miércoles, diciembre 12, 2018

BONUS TRACK 198: THE DARK SIDE OF THE MOON (PINK FLOYD)

Nunca he tenido a Pink Floyd en mis altares, aunque alguno de sus discos y, sobre todo, canciones merecen una justa adoración. Con The dark side of the moon (1973) no caben discusiones: hoy me sigue pareciendo un álbum de extraordinaria ejecución que conserva su poder de asombro y -lo que considero más elogiable- su capacidad para transmitir la trascendencia de la creación musical. Vuelvo a este disco, que podría haber sido grabado en cualquiera de las últimas cinco décadas, porque uno de sus temas consigue hacer fascinante un trailer de la última película de Alfonso Cuarón, la unánimemente aclamada Roma. The great gig in the sky, con su crescendo de voces femeninas en éxtasis apocalíptico, es uno de los cortes sublimes de The dark side of the moon, la obra con la que Pink Floyd dejaron atrás sus inquietudes psicodélicas para ocupar el escalón de las bandas mayores llamadas a crear una marca. Disco concepto, disco uniforme, de una belleza templada y adornada, disco arte.

domingo, diciembre 09, 2018

BOOTLEG SERIES 69: AMERICAN TREASURE

Sí, un tesoro auténtico. ¿Americano? Universal. Habría llamado a este legado póstumo Un tesoro universal. La raíz de la música, los genes líricos, la actitud y el carisma del intérprete y cuanto se quiera advertir bajo y sobre la superficie de estas canciones suelen asociarse a la cultura americana, pero pertenecen a la humanidad. Música sin bandera ni nación. Los camaradas Mike Campbell, Benmont Tench y Ryan Uliate, con el beneplácito familiar, se encargaron de reunir parte del material inédito o apenas difundido de su jefe Tom Petty, solo o con sus fantásticos Heartbreakers, en la caja recopilatoria An American Treasure, comercializada un año después del fallecimiento del músico de Gainesville. El tesoro, con grabaciones en directo, versiones descartadas, temas desconidos, canciones tal cual fueron grabadas en álbum y alguna rareza de las décadas de los setenta, ochenta, noventa y dos mil, cada una comentada por Campbell y Tench, reafirma la condición de Tom Petty y su banda como emblema capital de la música americana y glorioso patrimonio de la humanidad. Su música aún sigue con nosotros.

viernes, diciembre 07, 2018

GREATEST HITS 215: TE SIGO SOÑANDO (DEPEDRO Y LUZ)

No retengo demasiadas canciones españolas, lo reconozco, en ese espacio de la memoria que guarda versos, estrofas o melodías que nos acompañan para conservar vivencias y recuerdos, personas y ambientes. Quizá alguna de hace décadas, frases y ritmos sobre negras flores y escuelas de calor. Pero siempre que escucho esta canción la repito en las horas siguientes en la intimidad de la voz baja o callada. Depedro / Jairo Zavala me cae muy bien, es un guitarrista excelente que no presume ni de su talento ni de la suerte que tiene. Sin él, estoy convencido, Calexico seguiría siendo una gran banda pero perdería bastante. Te sigo soñando es una canción que siempre gana. Y aquí con Luz Casal, también, y mucho.

 

martes, diciembre 04, 2018

BOOTLEG SERIES 68: THE STRANGE

Mi conocimiento del rock balcánico es muy limitado. El primer grupo que me viene a la mente es The Bambi Molesters, una formación croata que practica el surf-rock con la que tropecé hace varios años en su divertido disco Sonic Bullets 13 From the Hip. En él tocaban Peter Buck y Chris Eckman invitados por el grupo, allá por 2001. El músico de The Walkabouts vivió una temporada en la capital eslovena, Ljubljama, donde pasó tiempo con los miembros de Bambi Molesters. Unieron fuerzas y con el nombre The Strange grabaron un disco en 2004, Nights of forgotten films, al que le sigue, catorce años después, Echo Chamber. En una etapa en la que me cuesta encontrar y celebrar estímulos musicales siento recuperar latigazos de excitación con este álbum de Eckman y sus amigos croatas. Sigue salpicando oleaje surfero, atmósferas misteriosas sobre raíles sin estilos ni destinos determinados, ensaladas sonoras aliñadas con sabores que se repiten en el paladar. Un poco de Walkabouts, finuras rockeras y algo de Calexico hacen suculenta la receta.

sábado, diciembre 01, 2018

VOLUME ONE 489: WARM (JEFF TWEEDY)

Jeff Tweedy, ese hombre que hoy parece un oso o un ajado lugareño (en aspecto y voz me resulta inevitable no pensar en un Neil Young desaliñado y sin amparo), arrastra la sombra y el eco de Wilco allá donde lleva su propia música. Al margen de su banda, Tweedy ha grabado música impredecible y esquiva, de aparente simpleza pero con giros, rincones y complejidades que encierran poco apego a lo convencional. Como Wilco en realidad, ya digo, que no sabes por dónde van a salir ni en cada disco ni en cada canción, casi siempre brillantes en su esencia inclasificable. Warm (dBpm, 2018) es el nuevo trabajo del autor en solitario, el primero con material original, con el apoyo de su hijo en la percusión y unos pocos músicos distintos a los de su grupo, aunque el baterista Glen Kotche encuentra algún tema para sentarse. 

El disco, creado a partir de los malos tragos por los que ha pasado Tweedy en la familia (fallecimientos y enfermedades), ofrece refugio en sus canciones reposadas, elaboradas con parsimonia en torno a suaves cuerdas acústicas y expresivas guitarras eléctricas tocadas de madrugada a la luz de una hoguera en el bosque, de finas extravagancias tan del gusto del músico. A veces parecen revivir los Wilco de A.M. y Being there, otras veces los temas se digieren como esbozos de piezas que con el grupo al completo alcanzarían el momento de estallar pero prefieren resguardarse. Warm es cálido y tranquilizador, una experiencia interior que exige empatía. Yo la encuentro.

Nota: 7,5/10

martes, noviembre 27, 2018

VOLUME ONE 488: NEGATIVE CAPABILITY (MARIANNE FAITHFULL)

Quizá algunos músicos estén cerca de brindarnos sus últimos trabajos, los que pongan fin a una larga carrera o a una vida. Quizá Marianne Faithfull es una de ellas. O quizá no. Pero me hace pensar en ello, que el final está próximo, la fragilidad que transmite hoy esta mujer, una de las más bellas que parió Inglaterra, en su último álbum: apoyada en un bastón contra la artritis, la voz cada vez más gastada, la pronunciación lenta de las palabras... Negative capability (BMG, 2018) es la última entrega de una larga trayectoria de más de cincuenta años y al oírla siento que la débil pero respetable Marianne, como el eco resonante de los espíritus sabios, nos lanza mensajes y advertencias a modo de despedida. 

El disco, triste y de una belleza crepuscular, despierta algunas sensaciones encontradas: diría que es un álbum de Nick Cave con la mitad de los Bad Seeds y con la voz invitada y dominante de Marianne para dar continuidad a Skeleton tree. Warren Ellis, de hecho, es uno de los productores y su violín se extiende como una capa quejumbrosa por más de un tema; y Nick Cave pone voces dolientes y textos a canciones, apartado el compositivo en el que también intervienen Ed Harcourt y Mark Lanegan. Me sobran dos versiones que Faithfull ya había cantado cuando era casi una adolescente, As tears go by e It's all over now, baby blue, que son nostalgia recargada en un disco que invita a la retirada y el recogimiento.

Nota: 7/10

viernes, noviembre 23, 2018

MEDIA HORA EN EL JUKEBOX DE LOS 70

Hay un café en mi ciudad, de nombre literario y edad que hace décadas, en el que me gusta entrar y detenerme entre las prisas del día. Mi hora preferida en ese café es después de comer y hasta que los clientes, de paso entre las calles céntricas o al salir de trabajar, empiezan a llegar a media tarde. En ese tiempo predilecto apenas se oyen voces entre el ruido tímido de la máquina del café y las cucharas que remueven las consumiciones en las tazas; en ese tiempo se oye el ruido de las páginas de un periódico al cambiar de sección y una o dos personas, como mucho, se pierden a sí mismas entre las páginas de un libro. En ese tiempo también se siente gemir y murmurar con nitidez y calor la música que da vida al café, casi siempre música rock y pop de los años setenta, algo de blues, un tema de jazz que no se sabe bien quién lo ha invitado a sonar en la fiesta.

Hoy estuvimos allí, en el café, de tres a tres y media. La mañana había sido larga, de madrugón antes de que el despertador avisase, de ir de aquí para allá y esperas tediosas en esos lugares donde nuestra salud lo último que quiere es esperar. Volvimos andando a paso lento, apuramos la comida de unos platos combiados y buscamos un lugar donde reposarla con la ayuda de un café. El café, el café que toma su nombre del pueblo ficticio de una novela, estaba en nuestro camino de vuelta a casa y allí nos detuvimos. Un joven mantenía un libro abierto y levantado en la mesa donde la luz mejor traspasaba la ventana. Otro hombre leía la prensa concentrado en la barra. En una mesa, la otra arrimada al ventanal, pasamos media hora en un túnel musical del tiempo con nuestros libros en la vista y nada más en lo que pensar. Estábamos con Neil Young, America, Dylan, Doobie Brothers, Lennon, The Band. Salimos de aquella dimensión pacífica de música y silencio en mitad del ruido y el ritmo de un día en la ciudad y seguimos con nuestras vidas.

martes, noviembre 20, 2018

SOUNDTRACK 221: MERLÍ... O EL PLACER DE EDUCAR

(Para nuestros maestros)


Merlí es una oda contemporánea a la enseñanza y a la educación que se nos dona en las escuelas. Es la vida en el momento en que dejamos de ser críos para divisar al hombre que seremos. Miedo, celos, amor, amistad, obsesión, alegrías y tristezas, llantos y carcajadas que nos definen entre el instituto y la familia y nos conducirán por el largo e incierto trecho que se nos abre por delante.


Merlí es una serie de televisión catalana emitida entre 2015 y comienzos de 2018 en la TV3 que desde otras zonas del país se puede ver en Netflix. Ahí me he enganchado yo en las últimas semanas a ella, como el estudiante de bachillerato que fui y el padre de familia que soy, preocupado (aún no tanto) por la adolescencia que espera por mi hijo. Con la inspiración evidente en El club de los poetas muertos, los creadores de Merlí han dibujado a un personaje tan o más carismático como el que tenía los rasgos de Robin Williams en la película. Un sensacional, entrañable, imponente y muy divertido Francesc Orella es Merlí, ese peculiar profesor de filosofía, descarado con las mujeres y provocador con sus rivales, que utiliza las doctrinas de Platón, Aristóteles, Hume, Schopenhauer, Nietzsche o los peripatéticos para guiar a sus alumnos, para hacerlos comprender su propia personalidad y transmitirles la libertad de pensamiento que hace falta para entender el mundo con coherencia y disfrutarlo como buenas personas.

Enfrente, Merlí, siempre con un consejo a mano o un reproche conveniente, será testigo, apoyo y confidente de las vivencias de sus alumnos del instituto público en el que da clase, de sus enfados y aislamientos, de lo que callan y lo que deberían haber guardado. En el retrato honrado de esos chicos y chicas, excelentes actores además, descansa otro de los grandes méritos de esta serie que muestra a los jóvenes como son, cercanos y reales, sin problemas ni vicios forzados... tú y yo cuando fuimos niños, como debería ser siempre. 

Al concluir la primera de las tres temporadas de Merlí me he sentido lleno, contento, pletórico de ánimo. Puede que porque en el fondo un trozo de mí ha estado con Gerard y con Pol, con Bruno y con Tania, con Joan y con Mónica de Villamore, o con la abuela Calduch, y sobre todo con Merlí, el profesor que siempre hubiera deseado tener.

sábado, noviembre 17, 2018

BONUS TRACK 197: SPIRIT IN THE DARK (ARETHA FRANKLIN)

Le debía un homenaje desde agosto, un sencillo recuerdo en la duración de uno de sus álbumes, cualquiera de los que tenga y me gusten mucho para escucharlo simplemente de corrido. Este disco bien vale, y mucho: Spirit in the dark (1970). Escuchar a Aretha Franklin es entrar en la dimensión de su fuerza, dejarse llevar por el eco de su voz torrencial, al que en este trabajo abrigan los mejores músicos de sesión que una estrella se puede encontrar y los fantásticos ingenieros del sello Atlantic. En la música cálida e irrepetible de este disco de soul nocturno y arenoso se acomodan miembros de la familia sagrada del estudio Muscle Shoals e invitados de lujo como Jim Dickinson y Duane Allman. Aretha aporta cinco temas propios a una colección de versiones que en su voz adquieren un nervio apasionado e intenso. Único.

miércoles, noviembre 14, 2018

SOUNDTRACK 220: JULIET, NAKED

El texto de Juliet, Naked pedía a gritos una película, como ocurría con Alta fidelidad, Un niño grande o Fiebre en las gradas, las tres novelas de Nick Hornby mejor adaptadas al cine. Juliet, Naked, tanto el libro como la película, atrapan la esencia auténtica de Hornby, desde su pasión mitómana por la música a la facilidad para convertir en cercanos y entrañables personajes reales con más errores que virtudes y sin aparente encanto. La adaptación, con dirección de Jesse Peretz, resulta tan próxima y a la vez tierna como los libretos de Hornby.

La historia une a una aburrida y poco decidida mujer casada (Rose Byrne) en un costumbrista pueblo costero de Inglaterra con el mito que obsesiona a su también aburrido marido (Chris O'Dowd), el músico Tucker Crowe (un adecuado y carismático Ethan Hawke), un hombre que renunció hace décadas a su carrera musical en plena ola de veneración sin dar explicaciones y sobre el que circulan teorías de todo tipo que poco cuadran con la realidad común, más bien desorganizada, en la que vive. Cuando ambos coinciden sus vidas aceptarán riesgos, se quitarán la pereza de encima, sin mitos, sin viejos discos sobrevalorados en los que ampararse. Como en los libros de Hornby, como en sus adaptaciones, la vida merece sonrisas.

lunes, noviembre 12, 2018

VOLUME ONE 487: SHE REMEMBERS EVERYTHING (ROSANNE CASH)

Me gustan mucho los álbumes de madurez de Rosanne Cash, si así podemos llamar los cinco trabajos grabados desde el cambio de siglo, poco antes de cumplir la artista los 50 años. Una madurez que prensa musical y oyentes atribuimos a la solidez y lucidez creativas que bendice la trayectoria de determinados músicos veteranos (ellos y ellas) cuando visten de etiqueta sus nuevas producciones, escalones más de una carrera que actualiza sus orígenes y mira al futuro con la autoridad de la sabiduría. Son muy buenos todos esos discos de Rosanne Cash, el último también, recién terminado: She remembers everything (Blue Note, 2018), ni mejor ni peor. Su marido, John Leventhal, vuelve a producir, si bien se suma Tucker Martine. Invitados de altura (Kris Kristofferson, Sam Phillips, Colin Meloy, Elvis Costello) manejan junto a Rosanne, de voces y tonos templados, una selección de canciones pulidas con suavidad. Ojo a The only thing worth fighting for... así se arranca un disco infalible.

Nota: 7,5/10

domingo, noviembre 11, 2018

PORQUERÍA

Comparto. Like.
Bravo, Santy.

viernes, noviembre 09, 2018

LIVE IN 224: LAS CARAS B DEL ÉXITO


Las caras B del éxito en el circo del rock and roll me fascinan tanto o más como las vidas y vivencias de quienes abrazan la gloria. Un músico casi anónimo, un tipo en realidad de lo más común que huye de las luces cegadoras de la fama sin perder respeto ni prestigio, o incluso un fracasado me caen mejor que los bendecidos por las luces y la fortuna. Hay algunos documentales que se detienen en casos como ellos: Anvil: The story of Anvil, The devil and Daniel Johnston y New York Doll son tres buenos ejemplos que, respectivamente, todos con un enfoque de nostalgia y amargura, dan voz a una banda a la que no sonrió la suerte que sí tuvieron multitud de bandas de heavy metal, a un trastornado músico underground, y al miembro caído en desgracia y en el olvido de una célebre banda de los años setenta. Hoy he leído otra historia de esas que merecería otro documental, la de John Deacon, el bajista de Queen, un multimillonario dedicado a su familia y sus aficiones totalmente alejado de legado musical y de cualquier asunto que incumba a su explotado grupo, un hombre cualquiera entre la multitud.

lunes, noviembre 05, 2018

BOOTLEG SERIES 67: LARKIN POE

Esto merece un alto, detenerse un momento. En ello estoy, con reservas, y con esperanzas. Por sus venas corre la sangre de un ilustre pariente lejano, Edgar Allan Poe. Dos hermanas de Atlanta que viven en Nashville, Rebecca y Megan Lovell: dos caras bonitas con gusto por la música sucia. Guitarras secas y afiladas, ecos sureños de blues roto en lodazales, una voz que se atreve a dejar bien claro que pertenece a una tipa dura. Larkin Poe. Estoy en ello, en ellas. Me gusta, promete, pero... Ya tienen su tercer disco, Venom & Faith, donde suena esto.
 

sábado, noviembre 03, 2018

VOLUME TWO 93: MC TAYLOR, MUY BUENAS CANCIONES

"Muy buenas canciones", sí. Así, sin otro sello ni etiqueta. Una definición de la música de Hiss Golden Messenger buscada en internet recoge que el estilo de esta banda se alimenta (o recoge elementos) "del folk, country, dub, country soul, rhythm and blues, bluegrass, jazz, funk, swamp pop, gospel, blues y rock". (¿Algo más, no se os olvida algún otro género?, ¿alguno ausente reclamará su cuota de inspiración?) (Abro otra pregunta en paréntesis: ¿el cóctel de estilos para definir la música hace más dignos de confianza al grupo o al músico, o es al contrario?). El caso es que para referirme a Hiss Golden Messenger, el nombre tras el que se ampara MC Taylor, prefiero quedarme con una banda/autor de, repito, muy buenas canciones (con un poquito de todos esos géneros arriba mencionados, también).

Otra buena muestra de esa lucidez compositiva se encuentra en Virgo Fool, un trabajo de este año del que no he encontrado hasta ahora mucha información. Este disco podría interpretarse como una colección de temas descartados del álbum del año pasado, el fantástico Hallelujah anyhow. Todas sus canciones encajarían en aquel repertorio y de hecho alguna parece que no está del todo bien grabada o mezclada, por lo que pudo haber quedado en un cajón de desechos ahora reabierto. Y como era de esperar, sí, hay cuatro o cinco canciones sobresalientes, en las que se queman tensiones a fuego lento a punto de saltar de la cazuela. Como ocurría en Hallelujah, y en Heart like a levee, y en Poor moon y en los otros cuatro discos de Hiss Golden Messenger desde 2009. Cuanto más, y a esta altura, mejor.

miércoles, octubre 31, 2018

VOLUME TWO 92: JOHN HIATT

Pasan los años y a John Hiatt se le nota un aspecto cansado, los rasgos más afilados, la voz arrastrada, el grito ahogado. Pero cuanto más viejo, más sabio, ¿no es cierto? En él hay algo que no se desgasta con el curso de los discos, más de una veintena en más de cuarenta años. Queda y vibra un brote natural para convertir música sencilla en canciones emotivas (o canciones sencillas en música emotiva, tanto vale). Detenerse cada poco tiempo en un nuevo álbum de John Hiatt es una hora bien invertida, una celebración de oficio bien ejecutado y con la medida justa de pasión e integridad por gracia de a quien los años han hecho un maestro.

Hiatt lo es, en su aparente sequedad y en el profundo alcance de cuanto compone. Raro es que falle en su listado de obras. Hay algún disco flojo aquí y allá, más antes que ahora. Desde el cambio de milenio sus álbumes contienen puñados de canciones tensas y agrietadas, delicadas y hermosas. (Ah, cuanto lo disfruté en Londres hace ocho años.) Me cuesta elegir entre lo mejor de estos últimos años: The tiki bar is open, Master of disaster, The open road, Dirty jeans and mudslide hymns, Terms of my surrender... mejor me quedo con todos. Hiatt acaba de publicar The Eclipse Sessions, de pulcro articulado de guitarras, con espíritu blues a lomos de rock que se consume en el crepúsculo. Bravo.
 

domingo, octubre 28, 2018

UN DISCO EN CADA PUERTO

De allí adonde voy me llevo una parte que acompañe a mis recuerdos. Una postal siempre, desde luego, o un imán para la nevera. Conmigo se vuelve al menos un disco en la maleta, o dos, o tres o alguno más, pero uno que no falte. Busco una tienda vieja, con catálogo de primera y segunda mano y pobladas cajas de plástico que acumulan viejos vinilos. Art Blakey en Salzburgo, The Black Keys de Cracovia, dEUS y Dawes estaban en Berlín, una banda sonora de una película de Wenders en Praga, Terry Callier en Bruselas, Lisa Hannigan por partida doble en París, Conor Oberst vino de Roma, Case/Lang/Veirs de Estrasburgo, decenas de músicos de las varias veces que la vida me llevó a Londres... La última en llegar ha sido Joni Mitchell, desde Budapest, dama de los Canyon. Bienvenida.

domingo, octubre 21, 2018

DANUBIO

El frescor de otro aire que entra en mis pulmones. Olores y ruidos nuevos que me esconden. El ritmo distinto del tiempo que hace extraños los días, como de una vida que no es la mía. Otro país, lejos. Llega antes la noche, alargaré la luz de las horas. Me bajo del tren y del autobús. Lo necesitamos, nos hará más fuertes. Añoraremos, pero volveremos nuevos. Una semana. Hasta pronto.

jueves, octubre 18, 2018

VOLUME ONE 486: SHADES (DOYLE BRAMHALL II)

Me inclino a defender y a seguir con mayor atención a aquellos grandes guitarristas que demuestran sus virtudes sin tendencias al virtuosismo, que valen más por hacer mejores a los músicos que acompañan que por exhibir su propia lucidez. En ellos cuenta tanto lo que callan como lo que hablan. A Doyle Bramhall II lo considero uno de esta selecta clase. El zurdo aquel de Austin era un crío junto a Charlie Sexton (otro de su especie) en los Arc Angels. Después de su tercer disco en 2001 tardó quince años en dejar listo el siguiente. En ese tiempo puso su guitarra al servicio de Eric Clapton y Roger Waters en estudios y giras, y ha tocado y grabado con Sheryl Crow, la Tedeschi Trucks Band, Bettye LaVette o Gregg Allman.

Shades (Mascot, 2018), solo dos años después de Rich man, me hace lamentar que su autor no se haya prodigado tanto en la grabación de discos propios, quién sabe si tan notables como este, aunque en lugar de esa vía hubiera ayudado a llenar de aciertos los álbumes de otros músicos. La guitarra penetrante de Bramhall fluye estilosa por el repertorio de la obra, con Clapton, Sexton, Trucks y Tedeschi como invitados agitando un sabroso cóctel de blues y rock del que humean aromas psicodélicos.

Nota: 7,5/10

martes, octubre 16, 2018

SOUNDTRACK 219: GIAMATTI

Desde que el cine es cine, de sus días de recursos primitivos a su era contemporánea de herramientas y expresiones más libres y atrevidas, ha habido multitud de intérpretes secundarios que, a través de sus papeles (no siempre) menores o en ocasionales roles principales, han eclipsado a los actores y actrices que encabezan el reparto. Hoy sigue habiendo secundarios característicos que, como los de antaño, se acomodan en segunda y tercera línea enriqueciendo películas, pero con el curso de los años actores que empezaron con papeles anecdóticos y pasaron a ser personajes de apoyo han acabado protagonizando películas. Uno de ellos es Paul Giamatti, que combina el primer nombre masculino del reparto con el cuarto o el quinto. Un actor magnífico.

Un tipo de apariencia corriente, anodina, que no sabes muy bien en qué momento te va a causar antipatía o cuándo provocará compasión; el pardillo gordito del instituto, el que sale detrás en las fotos, el que no se come un rosco, alguien de quien no te fiarías como amigo. Temible y débil en un mismo gesto. En su carrera, con un centenar de títulos entre cine y televisión, Giamatti, que empezó besuqueando a una chica en un ascensor en el film Singles (¿alguien lo recuerda?), puede presumir de extraordinarias interpretaciones al frente o en el medio del reparto. Ahí van unas cuantas: Entre copas, American Splendor, La joven del agua, El mundo según Barney. Y una de sus últimas grandes actuaciones es en una gran película: Vida privada, en la que comparte protagonismo principal junto a otra secundaria de lujo, Kathryn Hahn. En la angustia, la paciencia, el hastío, el cansancio y algún arrebato de ira por el que pasa el personaje de Giamatti durante el largo camino que recorre una pareja para conseguir tener un hijo veréis una vez más al gran actor que es.

jueves, octubre 11, 2018

VOLUME ONE 485: WORLD ON STICKS (SAM PHILLIPS)

Hay músicos que (como decimos por aquí arriba) no te dan entrado, a quienes no encontramos el gusto en cada oportunidad que les damos, pero que te siguen llamando con temeroso interés. Un ejemplo es Sam Phillips, atípica autora que entró en el negocio en la escena de la música popular cristiana y que pronto se apartó de ese entorno. De la mano de T Bone Burnett, con quien se casaría y divorciaría, exploró territorios más próximos al pop, con un cómodo respaldo mainstream y una producción discográfica reconocida. Sus álbumes me dan frío, no descubro sus intrigas. No ocurre lo mismo con el último: World on sticks (Littlebox Recordings, 2018), que me parece espléndido.

Sobresale en esta obra, ya sin Burnett detrás y con la propia Phillips en la producción, un subyugante uso de arreglos orquestales y de amplitud de recursos de percusión, tarea que recae en el magnífico músico que es Jay Bellerose. El disco se desliza ondulante como el acompañamiento musical de un sueño agradable y cautivador, de siniestros pasajes (World on sticks, Tears in the ground) y sutiles atmósferas (Roll em, Candles and stars). Tan penetrante que anima a no despertarse.
 
Nota: 9/10

martes, octubre 09, 2018

SOUNDTRACK 218: ETHAN HAWKE


De algún modo, Ethan y yo crecimos juntos en distintos lados de la pantalla y mis simpatías hacia él van más allá de sus virtudes interpretativas. El club de los poetas muertos me devolvió al cine, a la sala grande, cuando se estrenó en un teatro de mi ciudad, después de que me dejase acomodar por sobredosis de videoclub en el salón de casa. Yo tenía 16 años y Ethan 19, levantado en el pupitre para llorar al capitán (el malogrado Robin Williams) que los educaba libres de ataduras en aquella repugnante escuela privada. A aquel chico de aspecto frágil y sensible no lo perdí de vista, arrogante en El país del agua, sufridor en Grandes esperanzas, y lo acompañé mientras se enamoraba y maduraba en la trilogía de Richard Linklater junto a Julie Delpy a lo largo de las salidas y puestas del sol. Allá donde apareciese hacía que la película atrayese mi atención, aunque lo que viese no mereciese mucho la pena. En Boyhood llevaba una vida desordenada pero ayudaba a su hijo a poner en orden la suya mientras crecía. Y en Born to be blue se transformaba en Chet Baker.

Ethan también ha escrito novela y dirigido tres películas y un documental. El último de estos films, Blaze, de este año, se detiene en la errática y desordenada vida de un músico texano de country, Blaze Foley. Y Ethan Hawke tambien canta, no demasiado que se sepa, pero en una de sus recientes interpretaciones se suelta ante el micrófono (al menos en la banda sonora) como antiguo músico retirado al que recupera una mujer curiosa que investiga sobre un disco de culto grabado hace muchos años. ¿Os suena? Claro, es la historia que contaba Nick Hornby en su novela Juliet, naked, con el actor en el rol de ese autor envuelto en leyenda en la película del mismo título, también de este año y aún sin estrenar. Ahí estaré viéndote de nuevo, Ethan.