El texto de Juliet, Naked pedía a gritos una película, como ocurría con Alta fidelidad, Un niño grande o Fiebre en las gradas, las tres novelas de Nick Hornby mejor adaptadas al cine. Juliet, Naked, tanto el libro como la película, atrapan la esencia auténtica de Hornby, desde su pasión mitómana por la música a la facilidad para convertir en cercanos y entrañables personajes reales con más errores que virtudes y sin aparente encanto. La adaptación, con dirección de Jesse Peretz, resulta tan próxima y a la vez tierna como los libretos de Hornby.
La historia une a una aburrida y poco decidida mujer casada (Rose Byrne) en un costumbrista pueblo costero de Inglaterra con el mito que obsesiona a su también aburrido marido (Chris O'Dowd), el músico Tucker Crowe (un adecuado y carismático Ethan Hawke), un hombre que renunció hace décadas a su carrera musical en plena ola de veneración sin dar explicaciones y sobre el que circulan teorías de todo tipo que poco cuadran con la realidad común, más bien desorganizada, en la que vive. Cuando ambos coinciden sus vidas aceptarán riesgos, se quitarán la pereza de encima, sin mitos, sin viejos discos sobrevalorados en los que ampararse. Como en los libros de Hornby, como en sus adaptaciones, la vida merece sonrisas.
miércoles, noviembre 14, 2018
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1 comentario:
Me gustó mucho la novela. Y según cuentas la adaptación es atinada. Ganas de verla. Y más si por ahí anda Ethan Hawke.
Sex, love and rock´n soul
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