En
el obituario musical me he decantado por este disco, Hard Promises
(1981). Porque es de los pocos en que Tom no posa para la foto (o eso
parece), congelado en mitad de una tienda de discos sin mirar a la
cámara, con la cabeza girada como si alguien lo llamase desde fuera
del encuadre. Porque no quería regresar a un álbum cargado de
éxitos o una de las magníficas obras de los últimos veinte años,
ni a Mudcrutch ni a los Wilburys, sino a Tom Petty y a sus chicos,
los Heartbreakers. Porque mi hermano se acordó de mí un año y me
lo regaló tras estar unos días en Portugal. Son tres buenas
razones.
Y
porque en Hard promises se imponen canciones secundarias como A woman
in love, Something big o Letting you go, aunque patinen los dos temas
en los que invita a cantar a Stevie Nicks. Porque el disco desprende
la frescura juvenil de sus predecesores y anticipa la intachable
calidad de los sucesivos. Porque cualquier álbum de los suyos sirve
para recordar que aquel chico que anhelaba triunfar con una banda de
rock and roll conquistó el cielo de sus sueños y nuestros corazones
en todos estos años. Siempre grande.
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