lunes, mayo 29, 2017

SOUNDTRACK 201: LOVE & MERCY

Siempre me ha costado advertir en Brian Wilson la genialidad que se le atribuye. O no he conectado yo con las versiones playeras o psicodélicas de la música engañosa de los Beach Boys (aún me cuesta mojarme en sus aguas) o se me resiste el anzuelo visionario del hermano Brian, el factor clave de una personalidad que le llevaría a la paranoia y la reclusión. El más frágil y complejo de los Beach Boys es abordado en dos momentos determinantes de su vida en la película Love & Mercy, estimable aproximación tratada precisamente con el amor y la misericordia de su título por el productor y ocasional director Bill Pohlad.
 
Tenemos por un lado al Brian Wilson creador de la (sobrevalorada) obra Pet Sounds en 1966, una odisea en la que el autor se erigió sin sus hermanos y en compañía de excelentes músicos de sesión en el arquitecto de un proyecto sonoro arriesgado y rompedor, una bomba de impredecible alcance en la carrera del grupo que de hecho le hizo perder una gran parte de su poco exigente audiencia inicial y comenzar a ganar otra más abierta y audaz. A partir de aquel momento, Wilson se distanció de sus hermanos, abusó del LSD y las voces y sonidos que empezaba a almacenar en su cerebro se apoderaron de él hasta perder conciencia de la realidad. Esta etapa, rica en detalles, bien esquematizada, se beneficia en el film de magníficas escenas de grabación musical y sobre todo de un extraordinario Paul Dano en la cada vez más oronda carne de un autor incomprendido que se creía genial.
 
Por otro lado tenemos al Brian Wilson de los últimos años ochenta con el rostro y cuerpo de un también excelente John Cusack. Wilson, vigilado por un tirano doctor que controla cada uno de sus pasos desde que se despierta hasta que se acuesta, conoce a una atractiva vendedora de coches con la que empieza a relacionarse más allá de sus propias celdas, a abrirse, a intimar, a salir débilmente de su burbuja hacia una vida de integración y normalidad. Es este un Wilson menos entregado a la música, un hombre aún enfermo que piensa como un niño y desprende una tierna compasión.

Buena película. Digno fragmento biográfico que hace olvidar otros recientes biopics sobre músicos (Miles Davis, Nina Simone, Chet Baker) de mayor altura que no merecían películas mediocres.

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