Leo
un magnífico reportaje con el que no comparto la trascendencia
elogiosa de su mensaje. Su autor reúne impresiones propias y de
músicos, periodistas musicales y entendidos sobre la calidad,
influencia y aureola de un álbum grabado hace veinte años por una
prestigiosa y venerada banda británica al que el titular del texto
califica como “el último gran disco del rock”.
Este es el párrafo final del
largo artículo:
“No hay una canción
obvia, las letras no tienen sentido a la primera, la mayoría de los
temas son demasiado lentos, ruidosos o raros para la radio y en
conjunto suena como algo que no vende”, escribió Barry Walters en
Spin. “Pero
la audaz expansión sónica de este quinteto del Reino Unido es el
esfuerzo más atractivo y extraño de una banda de rock en años”.
Para muchos, que opinan que este es el último gran disco de rock de
la historia, esa audacia no se ha vuelto a repetir.
Se habla de OK Computer, de
Radiohead. Aconsejo leer el reportaje completo, tanto a seguidores
del grupo como a quienes no lo son, que es mi caso.
He vuelto a escuchar OK
Computer solo porque me ha animado a hacerlo este artículo que alude
con un entusiasmo contenido, calculado pero en verdad profundo, a la
producción del álbum, al lugar y el contexto en que fue concebido y
grabado, a sus letras, sonidos, texturas, a sus firmantes… Hace
tiempo rechacé este disco de plano, me agotaba, me desquiciaba la
tormentosa atmósfera que salía de la voz agónica de Thom Yorke y
de la música ambiciosa y laberíntica del grupo, con su descarada
disposición a querer fascinar. Debo admitir que yo me unía con
fervor al sector antiRadiohead, ese que hunde toda tendencia a elevar
a la banda a la altura de la genialidad y de la rendición de culto.
Con los años y los juicios más equilibrados, más tolerante en las
elecciones musicales, abrí mejor los oídos a la música de la
banda, hasta el punto de apreciar una o dos canciones brillantes por
disco y hasta una obra completa, In rainbows. Lo demás no, no,
incluido OK Computer, un álbum cuya pretenciosidad (espontánea o
premeditada) y atmósfera deprimente todavía hoy me siguen
castigando.
No tengo tiempo ni ganas de
repasar qué grandes discos se han grabado desde 1997, pero me quemo
la mano al encontrar… 200 (tirando por lo bajo) que sin ninguna
duda me parece que han llegado más lejos que esta obra de Radiohead;
claro que igual no los encajamos indudablemente en la carpeta del
rock. No entro a valorar si, como resalta el artículo, la (dudosa)
excelencia de OK Computer lo ha convertido en un disco visionario.
Afirmaciones en las que es inevitable agarrarse a impresiones
subjetivas.
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