Sobre
el papel, la cosa desprende unas expectativas elevadas, una sensación
de tributo entrañable en forma de rito ocasional con motivo del
medio siglo desde su creación, la creación de Blonde on Blonde, la
obra impresionante que Bob Dylan grabó en 1966. Las versiones de
temas de Dylan se han enfocado y ejecutado desde variados estilos y
con diferentes climas, como su autor y la magnitud de su obra y su
figura sugieren. Unas veces con cercana fidelidad, otras con atrevida
excentricidad. Todo válido, desde luego. Old Crow Medicine Show se
encargan del homenaje en este lanzamiento fresco, 50 years of Blonde
on Blonde. El año pasado dieron un par de conciertos interpretando
el álbum de principio a fin y por el orden original, del que se
suponen los mejores episodios han sido reunidos en el disco que
tenemos entre manos, con los cuervos sobrevolando y surgiendo del
enmarañado cabello de Dylan.
¿Y
qué hacen los OCMS? Arrojarse con sus combinadas esencias de folk,
blues, country, bluegrass y tradición americana en las canciones
originales de Dylan con derroche y optimismo, con más aproximación
que riesgo, pero en mi opinión con demasiado ajetreo y ahogando la
emoción íntima que brotaba de la obra de hace cincuenta años. Noto
el estorbo de guitarras acústicas, pedal steels o violines donde
antes no hubo nada de eso, y, salvo contadas versiones, añoro un
poquito de calma y de voces que bajen el volumen. He leído un par de
reseñas entusiastas de este tributo (e imagino que habrá más) con
las que no concuerdo. Me canso y me distraigo.
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