Quince
años antes de que (esta semana) se nos marchase Jonathan Demme, su
sobrino Ted fallecía de un ataque al corazón. Tenía 38 años y un
puñado de películas dispares detrás, entre las que sobresalía
Beautiful girls, maravilloso retrato sobre el paso a la madurez y las
incertidumbres que arrastra, las amistades y relaciones duraderas y
la búsqueda de un lugar en el mundo y un propósito en la vida (Ah,
Marty!). Una estupenda banda sonora acompañaba aquel film. En una
secuencia en un bar una banda le metía caña rockera al soul
profiláctico de Barry White. Allí estaban The Afghan Whigs con
su versión de Can't get enough of your love babe. Por los Demme.
domingo, abril 30, 2017
jueves, abril 27, 2017
SOUNDTRACK 200: UN PEQUEÑO HOMENAJE A JONATHAN DEMME
Este
texto es un pequeño homenaje de agradecimiento y cariño a Jonathan
Demme, que nos ha dejado esta semana a los 73 años. Siempre me cayó
bien este director de cine, formado en la escuela de Roger Corman.
Una buena parte de sus películas, ya con las lecciones bien
aprendidas, me gustan mucho, empezando por el magnífica obra
referencial que es El silencio de los corderos. Otros filmes dejaron
huella en mi post adolescencia, como Algo salvaje y Casada con todos.
Y pasados los años disfruté de títulos como El mensajero del miedo
o el concierto-documental con su amigo Neil Young, Heart of gold. La
selección musical de sus películas (y también
sus obras musicales) siempre me ha parecido uno de sus puntos
fuertes, porque su elección encajaba muy bien con el ritmo y el tono
de las imágenes y de las historias que se nos contaban. Con estas
canciones por ejemplo, si les dedicamos una escucha, deseamos un
feliz descanso a Jonathan Demme.
-Streets
of Philadelphia (Bruce Springsteen)
-Liar
Liar (Debbie Harry)
-Heart
of gold (Neil Young)
-Goodbye
horses (Q. Lazzarus)
-Loco
de amor (David Byrne & Celia Cruz)
-Up
to our nex (Robyn Hitchcock)
-My
love will not let you down (Meryl Streep)
-This
must be the place (Talking Heads)
martes, abril 25, 2017
VOLUME ONE 437: BE MYSELF (SHERYL CROW)
Sheryl Crow no ha podido
disimular en su nuevo álbum la nostalgia de los tiempos tiernos, las
brisas que desprendía en aquel 1993 su estupendo álbum de debut,
Tuesday Night Music Club. En Be myself (Warner Bros, 2017) reviven
canciones como Strong enough o la popular y pegadiza All I want to do
en otros temas igualmente notables, como Long way back, Heartbeat
away o el que da título al disco. Porque su autora, en su décimo
álbum de estudio, ha querido que a sus arrugas las cubran esencias
musicales rejuvenecidas. La táctica convierte Be myself en un
estimable ejercicio de revisión con nuevas composiciones que, aunque
con resultados predecibles y sin giros que entusiasmen, se acoge con
agradecimiento. No mejorará ni empeorará su currículum.
Nota: 6,5/10
lunes, abril 24, 2017
VOLUME ONE 436: GARGOYLE (MARK LANEGAN BAND)
¿No os pasa a veces que vais
dispuestos con pereza a la escucha del nuevo trabajo de un músico
que en realidad os gusta? Mas con pereza, allá vais, allá vamos. Me
ha pasado ahora con Mark Lanegan, quien ha juntado a sus amigos más
íntimos (Josh Homme, Greg Dulli, Duke Garwood) para repetir bajo la
Mark Lanegan Band una producción más en su generosa, atrayente
siempre y en cierto punto camaleónica, carrera post Screaming Trees.
Hay algunos resbalones en su obra (Imitations), aventuras de las que
unas veces ha salido bien parado (la trilogía de discos con Isobel
Campbell) y otras no (Black pudding). A lo que más se parece este
brumoso Gargoyle (Heavenly, 2017) es al arremolinado Blues funeral
(2002).
Aunque sus inclinaciones no
pareciesen acercarse a la naturaleza musical que él nos sugiere,
Lanegan, errático o no, siempre ha sabido adaptarse a sonidos y
ambientes distanciados. En Gargoyle lo oímos demasiado envuelto en
teclados y efectos de sintetizador, fórmula que en ocasiones
acrecienta esa pereza de la que hablaba o que por el contrario
confiere a las canciones una apretada energía (Nocturne). El disco,
no entre lo mejor del músico, se levanta en momentos en los que
Lanegan parece salido del álbum Whiskey for the Holy Ghost (Sister) o se
deja caer en crepusculares ambientes (Goodbye to beauty).
Nota: 6,5/10
jueves, abril 20, 2017
SOUNDTRACK 199: NATALIE 'LLORONA' PORTMAN
Me
parece una gran actriz. Una gran actriz que -me pregunto- parece
haber incluido una cláusula en los contratos para reservarse al
menos una escena en sus películas para llorar. Por el
motivo que sea: porque
le hacen daño casi siempre, porque
sufre por sus
debilidades o por las desgracias que la castigan, o porque se le
vuelve a estropear el coche. Siempre hay una
razón de peso en los
argumentos de sus films para que el personaje que interpreta se
comprima de angustia o expulse su aflicción con el derramamiento de
lágrimas y la necesidad de consuelo.
Con dos seguidas hace
muy poco, he visto 26 de las 39 películas hasta este año en las que
ha trabajado; si
alguien ha visto una
en la que Natalie Portman no llore, que me
lo diga.
Insisto:
natural en sus papeles vulnerables, de un control sutil de sus
personajes para que no se le vayan de las manos y con una hermosura
inmarchitable, Natalie Portman es una gran actriz que llora
demasiado.
lunes, abril 17, 2017
VOLUME ONE 435: DOUBLE ROSES (KAREN ELSON)
¿Nos fiamos de una
supermodelo metida a cantante? ¿Le damos una oportunidad a una
supermodelo que compartió hogar y comparte un par de hijos con Jack
White? ¿Por qué no? Y no por White precisamente. Karen Elson,
británica del 79, grabó su primer álbum hace siete años con el
empuje lógico de su marido, productor y músico de aquella
experiencia. The ghost who walks se titulaba, y no recuerdo qué tal
sonaba, algo hechizante, espeso y resbaladizo, creo. Sin el padre de
sus hijos junto a ella, Karen ha buscado buenas compañías (o la han
buscado a ella) para expresarse mejor en su segundo álbum, Double
roses (Hot Records, 2017).
Al mirar los créditos nos
encontramos con Pat Carney (la otra parte de Black Keys) y el genial
Jonathan Wilson en la producción y algunos instrumentos, además de
otros nombres mayúsculos como Greg Leisz, Pat Sansone (Wilco) y
Benmont Tench en las cuerdas y las teclas, o Dhani Harrison y Laura
Marling con voces. Con un elenco así, imposible fallar. Claro que
no. Aunque la voz de Karen Elson podría confundirse con la de tantas
solistas del montón, en ocasiones se retuerce sobrecogida y el
escultórico acompañamiento musical que la arropa ayuda a construir
unas cuantas canciones de sobresaliente (Wonderblind, Raven, A
million stars). Descubrid más.
Nota: 7,5/10
DRUMS
Desde el fondo, sentado,
domina los latidos de una canción. Con sus manos controla el ritmo
de la música, la adormece o la despierta, la cubre o la despoja de
adornos con los golpes sutiles o poderosos de sus leales herramientas
de percusión. Son dueños del carisma mudo de una banda, piezas de
engranaje aparentemente discretas del grupo de músicos que arropa a
un autor. Son quienes se sientan en la batería.
Un buen amigo es baterista. De
los buenos, profesional de las baquetas en no pocas bandas y
proyectos de mi ciudad y experto en la ingeniería sonora en
diferentes campos. Nos vemos menos ahora, pero al encontrarnos surgen
siempre gloriosas conversaciones con la música como argumento
(además de recuerdos de grandes conciertos vividos juntos). En la
última que tuvimos regresamos a uno de nuestros temas favoritos: la
batería, los bateristas. Aaaaah, nos dejamos muchas cosas en el
tintero pero sacamos a relucir viejos y nuevos protagonistas: los
bateras de Pearl Jam y por qué a él quien menos le gusta es Matt
Cameron; la añoranza de Jack Irons; el vigor adictivo de Chad Smith;
Steven Adler frente a Matt Sorum; la eficaz sobriedad Larry Mullen
Jr; la maestría sencilla e incontestable del eterno Jim Keltner…
(la madrugada y los brebajes hacen que me olvide de otros nombres,
quizá lo pensé o quizá le dije también, no sé, que me pirran algunos
bateristas de jazz como Tony Williams o Philly Joe Jones o que me dejo
hipnotizar por las percusiones de Jay Bellerose).
José García, el buen amigo,
es exquisito con sus manos, un artesano de las baquetas y las cajas
que te levanta al enchufarse al rojo vivo y te seduce cuando se pone
fino. Maestro en lo suyo.
viernes, abril 14, 2017
BONUS TRACK 175: DARK CHORDS ON A BIG GUITAR (JOAN BAEZ)
Apenas
ha pasado por aquí Joan Baez. Ni la de cuando aún no habíamos
nacido ni la de nuestra madurez, ni la icónica figura de los tiempos
de protesta ni el ángel de la conciencia. Como muchos otros ilustres
supervivientes ha sabido envejecer con dignidad, poco prolífica en
estudio en este siglo aunque activa en escenarios y en causas que
merecen defensa. Está ahora en buenas manos grabando nuevo álbum,
que sucederá al que en 2008 trabajara junto a Steve Earle, Day after
tomorrow. Cinco años antes había acabado un magnífico trabajo, una
muestra de ejemplar adaptación a las corrientes musicales que
estrechan los vínculos ente el folk y el rock: Dark chords on a big
guitar (2003). Baez toma prestadas composiciones de autores como
Earle, Welch y Rawlings, Josh Ritter o Ryan Adams para deslizarse
sigilosa y elegantemente sobre ellas. Como apunta con acierto la
reseña del álbum en allmusic, “Baez no es una cantante de rock ni
lo intenta, pero el disco es un disco de rock”. Da la sensación de
que el Daniel Lanois que produjera a Emmylou Harris en Wrecking ball
se encarga de la armadura sonora de esta obra de atmósfera
cautivadora. Te esperamos este año, Joan.
lunes, abril 10, 2017
VOLUME ONE 434: LIFE. LOVE. FLESH. BLOOD (IMELDA MAY)
A nivel profesional Imelda May ha traducido los giros de su
vida privada en un cambio de estilo musical acompañado de nueva imagen. La
Imelda rockabilly se esconde para descubrir a una Imelda salpicada de soul,
country, folk y rock en su quinto álbum, Live. Love. Flesh. Blood (Decca,
2017). El ritmo agitado se relaja y aflora la templanza. Ya no hay rizo rubio
en el flequillo de su cabello oscuro, ni maquillaje rojizo, ni faldas
apretadas. Ahora Imelda se tiñe de blanco y negro y suelta su melena alisada,
con tirantes resbaladizos sobre la piel en la imagen de la portada. Gran parte
de culpa de esta transformación la tiene el fin de un largo matrimonio con el
músico que la acompañaba en sus álbumes anteriores, Darrell Highman.
El cambio ha volcado a la irlandesa en la escritura de sus
nuevas canciones y la ha relacionado con un productor de primer nivel, el
respetable y siempre interesante T Bone Burnett, que echa mano de gran parte
del equipo con el que había grabado el exitoso Raising sand de Robert Plant y
Allison Krauss para decorar este estimable nuevo disco de Imelda May. Aún
subyace, aunque muy levemente, un rastro nervioso de la rabia rockabilera de la
mujer, que ahora comprime sus emociones para cantar bonitas baladas (Call me, How
bad can a good girl be) y tensos tempos mayores (Leave me lonely y la tremenda
tremenda Bad habit). No me convence la intervención de Jeff Beck en un tema ni
un facilón corte pop, pero son manchas menores (Cuatro temas adicionales de la
edición Deluxe se nota que son relleno pero no están nada mal).
Nota: 7/10
sábado, abril 08, 2017
VOLUME ONE 433: LIVE FROM THE EDGE OF THE WORLD (OVER THE RHINE)
Creo que me estoy volviendo conservador. Al dejarme atraer por la música, dedicarle una porción atenta de tiempo y recrearme en su entramado melódico, instrumental y evocador, siento ahora que me inclino por propuestas moderadas y viento tranquilo, por sentarme y relajarme, por dejar que la música me entre apaciblemente y no por arrojarme yo impulsivamente a ella. La reflexión/confesión viene a cuento después de recientes escuchas con las que me acomodo en calmas sonoras y pasajes de música bien trabajada. Como esta agradabilísima grabación en directo de Over the Rhine.
En otras palabras, me cansa descubrir a alguien nuevo y
repito con quien confío (o debo confiar). Esta formación asentada en Cincinnati
tiene más de una decena de discos desde su debut en 1991, de los que conozco
los cuatro últimos. Encabezan el grupo el matrimonio que forman Karin Bergquist
y Linford Detweiler, que tanto pueden compararse a otras parejas como Gillian
Welch y David Rawlings o The Civil Wars como remitir a los Cowboy Junkies. Live
from the edge of the world (2017) se publica ahora pero se grabó hace dos años
y junta a la pareja en un íntimo escenario con estupendos músicos de sesión
como el guitarrista Eric Heywood, la bajista Jennifer Condos y el baterista Jay
Bellerose, además del también guitarrista Bradley Meinerding.
El álbum, doble, arranca mientras se apaga el atardecer, con lucidez
pero cierta pereza; se suelta en el segundo cd, entrado en la noche acogedora y
cuando más sobrecoge esa música tan bien hecha.
Nota: 7,5/10
jueves, abril 06, 2017
LIVE IN 200: DYLAN EN OSLO. ESE SEÑOR MAYOR
Bob
Dylan. Ese señor mayor debajo de un sombrero, planchado en un traje
oscuro apoyado en el pie del micrófono sin saber muy bien cómo moverse en los pasos que separan el
piano ante el que se sienta del centro del escenario. Ese hombre gris
y distante que rumia sabias palabras y moldea los versos de distintas
maneras para exprimir emoción de sus canciones. Esa presencia mítica
y mística que esculpe a su estilo irrepetible una entidad de otro
mundo, de otra dimensión.
Ocho mil personas en el Oslo Spektrum de la capital noruega. El concierto fue la excusa para el viaje, celebrada pausa vacacional, medicina en la mejor de las compañías y primeriza ante la música en vivo del autor. Tercer concierto de la primera gira después del Nobel y tras la doble cita inicial en Estocolmo. Excelente. Notable alto.
Piensas que ya no, que ya no es como antes, que los standards del cancionero americano te alejan de Dylan, pero no. Cuando los encaja y los abraza con su voz cansada entre su repertorio y los alterna con los fantásticos temazos recientes (Duquesne Whistle, Early Roman Kings, Beyond here lies nothin') y las reconstrucciones que embellece con sus manos sobre las teclas (Desolation Row, Tangled up in blue, Ballad of a thin man), se te encoge de nuevo el corazón y dar gracias por la fe que le profesas.
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