Apenas
ha pasado por aquí Joan Baez. Ni la de cuando aún no habíamos
nacido ni la de nuestra madurez, ni la icónica figura de los tiempos
de protesta ni el ángel de la conciencia. Como muchos otros ilustres
supervivientes ha sabido envejecer con dignidad, poco prolífica en
estudio en este siglo aunque activa en escenarios y en causas que
merecen defensa. Está ahora en buenas manos grabando nuevo álbum,
que sucederá al que en 2008 trabajara junto a Steve Earle, Day after
tomorrow. Cinco años antes había acabado un magnífico trabajo, una
muestra de ejemplar adaptación a las corrientes musicales que
estrechan los vínculos ente el folk y el rock: Dark chords on a big
guitar (2003). Baez toma prestadas composiciones de autores como
Earle, Welch y Rawlings, Josh Ritter o Ryan Adams para deslizarse
sigilosa y elegantemente sobre ellas. Como apunta con acierto la
reseña del álbum en allmusic, “Baez no es una cantante de rock ni
lo intenta, pero el disco es un disco de rock”. Da la sensación de
que el Daniel Lanois que produjera a Emmylou Harris en Wrecking ball
se encarga de la armadura sonora de esta obra de atmósfera
cautivadora. Te esperamos este año, Joan.
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