lunes, abril 10, 2017

VOLUME ONE 434: LIFE. LOVE. FLESH. BLOOD (IMELDA MAY)




A nivel profesional Imelda May ha traducido los giros de su vida privada en un cambio de estilo musical acompañado de nueva imagen. La Imelda rockabilly se esconde para descubrir a una Imelda salpicada de soul, country, folk y rock en su quinto álbum, Live. Love. Flesh. Blood (Decca, 2017). El ritmo agitado se relaja y aflora la templanza. Ya no hay rizo rubio en el flequillo de su cabello oscuro, ni maquillaje rojizo, ni faldas apretadas. Ahora Imelda se tiñe de blanco y negro y suelta su melena alisada, con tirantes resbaladizos sobre la piel en la imagen de la portada. Gran parte de culpa de esta transformación la tiene el fin de un largo matrimonio con el músico que la acompañaba en sus álbumes anteriores, Darrell Highman.

El cambio ha volcado a la irlandesa en la escritura de sus nuevas canciones y la ha relacionado con un productor de primer nivel, el respetable y siempre interesante T Bone Burnett, que echa mano de gran parte del equipo con el que había grabado el exitoso Raising sand de Robert Plant y Allison Krauss para decorar este estimable nuevo disco de Imelda May. Aún subyace, aunque muy levemente, un rastro nervioso de la rabia rockabilera de la mujer, que ahora comprime sus emociones para cantar bonitas baladas (Call me, How bad can a good girl be) y tensos tempos mayores (Leave me lonely y la tremenda tremenda Bad habit). No me convence la intervención de Jeff Beck en un tema ni un facilón corte pop, pero son manchas menores (Cuatro temas adicionales de la edición Deluxe se nota que son relleno pero no están nada mal).

Nota: 7/10

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