Sheryl Crow no ha podido
disimular en su nuevo álbum la nostalgia de los tiempos tiernos, las
brisas que desprendía en aquel 1993 su estupendo álbum de debut,
Tuesday Night Music Club. En Be myself (Warner Bros, 2017) reviven
canciones como Strong enough o la popular y pegadiza All I want to do
en otros temas igualmente notables, como Long way back, Heartbeat
away o el que da título al disco. Porque su autora, en su décimo
álbum de estudio, ha querido que a sus arrugas las cubran esencias
musicales rejuvenecidas. La táctica convierte Be myself en un
estimable ejercicio de revisión con nuevas composiciones que, aunque
con resultados predecibles y sin giros que entusiasmen, se acoge con
agradecimiento. No mejorará ni empeorará su currículum.
Nota: 6,5/10
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