Hoy en día,
quizá, ningún otro actor hace sombra a Ricardo Darín. Me asombra y sobrecoge este
hombre. Me reconforta verlo u oírlo. Yo no veo a un actor delante, veo siempre
a quien confiere dos horas de vida tal como es en realidad la gente, tal como
se comportan las personas: un timador, un administrativo, un sacerdote, un
padre o un hijo, un tipo complejo o un tipo corriente. Con una naturalidad extraordinaria,
con la virtud de la sencillez y la autenticidad. Qué difícil es parecer tan
real, qué elogioso es ser real. Qué grato es el cine con Darín ante la vista engrandeciendo
las películas. Pasaos a ver Elefante blanco, rendíos a la pureza de un gigante.
martes, julio 17, 2012
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