Todo,
hasta la comunicación, tiene un precio. Whasaps de mierda para que nos
enteremos de que nos duele una muela, de que nos han robado la cartera, de que
lo he pasado muy bien en una parte cuando los demás lo han pasado muy mal en
otra, de que estamos hechos un desastre, o de que nuestro puto niño ha
marcado un gol en el colegio. ¿A quién le importa? Siempre habrá alguien a
quien le importe, maldita sea. Bendito silencio. Sin precio.
domingo, julio 22, 2012
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