Radio encubierta tiene exquisitos ingredientes mal condimentados, por eso el plato no está demasiado rico. Daba para mucho más, o al menos para ser tratado con algo más de finura e inteligencia, la historia de esos pinchadiscos de una emisora pirata de rock and roll que emite música las 24 horas al día desde un barco anclado en el Mar del Norte y a la que las autoridades gubernamentales persiguen hasta querer cortarles la programación. Pero (y ahora empieza lo malo) hay muy pocos personajes que caigan bien, porque son ridículos, desfasados (Rhys Ifans) o hasta caricaturescos (Kenneth Branagh); otros merecían un más cercano tratamiento; la acción avanza a veces a trompicones, con elementos que entran o salen de escena a la fuerza para generar nuevas situaciones y conflictos; una pena…
Hay que salvar del naufragio total una excepcional banda sonora que da gusto recuperar en cualquier momento (Small Faces, The Who, Moody Blues, Procul Harum, Leonard Cohen, Rolling Stones, Jimi Hendrix, The Kinks, Cat Stevens…) y un par de hermosas reflexiones sobre el amor que las personas brindan a su música preferida, un rock and roll que nos sobrevivirá a todos más allá de cualquier tragedia.
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