En una de nuestras travesías nocturnas Jaime me habló por primera vez de Imelda May, una guapetona que lo volvía loca por lo bien que cantaba rockabilly y el erotismo sofisticado que expulsaba su imagen. La vimos en un videoclip pocos días después, con sus mallas negras, su top con piel de leopardo, el mechón rubio en el tupé, el carmín salvaje de los labios, los grandes aros en sus lóbulos… un volcán al que lanzarse de cabeza. Aún es joven esta irlandesa estelar al frente de su formación, en la que de las guitarras se encarga el británico Darrel Higham, un devoto de Eddie Cochran que deja correr por sus venas todo el irrepetible rock and roll de los cincuenta.
Su primer disco es este animado Love tattoo (Foottapping, 2008), un trabajo entusiasmado por la época que recupera medio siglo después de que Elvis, Gene Vincent, Carl Perkins, Duane Eddy y compañía les pusieran música. Predomina el rockabilly perfectamente pulido y sincronizado, aunque tres cortes que se distancian hacia el jazz vocal armonizado amplían el radio de curiosos a los que pretende seducir. Y lo consigue.
Nota: 7/10
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