martes, septiembre 09, 2008

LIVE IN 60: LA ALEGRÍA DE BEBER

No figura entre mis consumiciones, mas no he necesitado probar de nuevo el peculiar sabor que una vez me desagradó para dejarme convencer por sus efectos en el humor. He sido testigo en vivo, esta vez en la tierra de origen, a unos minutos de la fábrica desde donde fluye hacia todos los rincones de la tierra. La Guinness (o cualquier otra cerveza helada con el tostado, el claro o el negro como color)… una forma de ser feliz, una filosofía de vida.

Me quedo sobre todo con ese buen rollo: con los amigos que ríen cada uno agarrado a una pinta, con jóvenes y mayores girando sobre sí mismos al son de una pieza tradicional o pletóricos de voz como coristas de un guitarrista anónimo que comparte su pasión desde la esquina de un bar… y qué bar, un laberinto interminable de áreas y habitaciones donde la falta de espacio para avanzar o encontrar un hueco en el que pedir algo de beber mantiene unidos a los joviales camaradas.

Me quedo con esa alegría vetada a los borrachos crónicos (y con la paz de St. Stephen’s Green, las mareas de gente en Grafton Street, la paz de Howth, Dalkey y esos pueblos hermanos, los adoquines del templo, las rubias bonitas, la estatua de Phil y el aire que huele a U2).

3 comentarios:

el dijo...

Unas palabras que firmaría el mismísimo Michael Collins

un saludo,

Anónimo dijo...

unas palabras que contrafirma un servidor, que también las vivió en inmejorable compañía...

Anónimo dijo...

Conociendo mi repulsa al sabor de este fermento, no se si llegaré a probarla. Pero estando donde estoy, me acercaré a ver como la toman los demás.

Seguiremos hablando.