jueves, mayo 29, 2008

VOLUME ONE 137: ANYWHERE I LAY MY HEAD (SCARLETT JOHANSSON)

Me eché a un lado, escapé de la primera canción que empezó a sonar, de las imágenes que la acompañaban, de la propia chica durante una temporada (lo cual no es fácil), y una semana después de que llegara a todas las tiendas me decidí por dedicarle la confortable soledad de una noche lluviosa a este disco, Anywhere I lay my head (Rhino, 2008), cantado por la actriz Scarlett Johansson y producido por David Sitek, miembro de la banda neoyorquina TV on the Radio. Ni la banda de Sitek es de mi gusto ni la chica, intuía, tiene pinta de buena cantante; cierto. Además, se han lanzado ambos de cabeza a ponerle voz y música intrincada a canciones de Tom Waits, salvo una compuesta por él y ella. ¿Sacrilegio? En absoluto, todo vale en torno a Waits y me da que no le ha desagradado el resultado al propio genio. Pero la sensación final que me deja el álbum después de dos atentas escuchas espanta el miedo previo, aunque sin poder borrar tampoco un incómodo efecto de intranquilidad. No es un disco horrible, tampoco excelente; no es irritante hasta tener que maldecirlo, tampoco sencillo como para merecer aplausos.

Me gusta que Scarlett haya confiado en músicos que huyen de la sencillez y la primera fila de la popularidad para crear una superficie sonora que para nada casa con la imagen precisamente popular de una actriz estelar de Hollywood. Aquí no hay baladitas ni estructuras sobadas, no hay estribillos de manual ni clichés de radios comerciales. Lo que hay es ruido y capas de sonidos de la naturaleza, leves distorsiones y velos gruesos de adorno musical con percusión y viento. Scarlett y Sitek han ido a su bola, incluso han escogido temas muy secundarios del amplio catálogo de Tom Waits. Bien.

Me gusta menos que ese manto de música misteriosa tienda a ahogar las canciones pese a no lograr oscurecer su enfermiza hermosura (I don’t wanna grow up, Town with no cheer, Falling down o Fannin Street, las dos últimas con apoyo vocal de David Bowie). También la voz nada seductora de la actriz protege sus claras limitaciones artísticas gracias a los efectos de la sobrecargada producción. No está mal este disco de todas formas, se agradece su riesgo y marginalidad, aunque yo no lo recomendaría. A la crítica experta le habría gustado más si lo hubieran firmado unos Flaming Lips, por ejemplo.

Nota: 6/10

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