I’m not there no es un film corriente, no tiene una estructura sencilla, sino caprichosa aunque inteligente. Varios intérpretes dan vida a distintos personajes que vienen a representar una etapa vital o musical de Bob Dylan o a ofrecer una personalidad que el cantante y compositor adoptó y exhibió (a veces premeditadamente) en alguna etapa de su existencia. Las canciones y los ambientes que le inspiraron en sus comienzos y las décadas completas de los sesenta y setenta aparecen recogidas en la película, así como su brutal salto del acústico al eléctrico, su rechazo a la fama, sus devaneos con las drogas y su frustrado matrimonio con Sara, que vendría a interpretar la actriz francesa Charlotte Gainsbourg; también incluso, a modo muy simbólico, el germen de la Rolling Thunder Revue.
Uno termina de ver la película y sigue sin saber muy bien quién demonios es Bob Dylan, un tipo que quizá, como el título del film, “no está ahí”, nunca ha estado en ninguna parte en concreto. En ese sentido creo que al propio Dylan la habrá gustado que la obra de Todd Haynes esconda las claves y misterios sobre su figura y ofrezca un retrato suyo muy esquivo. De los seis actores y actrices que enseñan un perfil del cantante, Cate Blanchett, Christian Bale, Marcus Carl Franklin, Richard Gere, Heath Ledger y Ben Wisham, sobresalen el pequeño Marcus y la actriz australiana, simplemente arrebatadora como el auténtico Dylan que se enchufó por primera vez a una guitarra eléctrica.
Quienes pasáis por aquí sabéis lo mucho que adoro a Dylan, ¿verdad? I’m not there me gusta por su enfoque innovador, pero deseaba que me gustase más. No me entusiasma por lo distanciado que muestra al personaje, pero me sigue animando a escuchar después del último crédito Idiot wind o Like a rolling stone, o…
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