Veamos unos cuantos ejemplos de situaciones ya impropias:
-ese momento intenso en el que el galán atrae hacia sí impetuosamente a la mujer que ama y le propina un primer beso corto y con los labios apretados y hasta la mira… con desprecio,
-después de este arrebato él la toma por el antebrazo como si fuera una bandeja, pero nunca le pasa el brazo por los hombros ni ella responde con el suyo alrededor de la cintura del varón (vamos, y eso de meter los dedos en el bolsillo trasero del pantalón, ni de coña),
-azota el viento y la pareja corre a refugiarse, ella tiene que llevarse la mano al sombrero para que no vuele, pero a él, como a todos los hombres, incluso en las peleas, nunca se les cae el sombrero,
-por cierto, qué tiempos aquellos en los que todo el mundo llevaba gorra o sombrero y los caballeros, tuvieran el oficio que tuvieran, siempre vestían traje,
-qué tiempos aquellos en los que policías y ladrones encendían un cigarro con un estilazo envidiable y las femmes fatales expulsaban sus bocanadas de humo al techo como si fuera un arte,
-en esas peleas precisamente no había sangre, y cuando a veces había una ráfaga de disparos contra una víctima, ésta encogía los hombros, se ponía de puntillas y se inclinaba un poquito hacia atrás cerrando los ojos y caía torpemente pero sin sangre alguna que le saliera del cuerpo,
-incluso cuando un fulano en un western disparaba desde detrás de una rocas el bueno siempre le alcanzaba por el único sitio que dejaba al descubierto, es decir, por la cabeza, de donde no salía ni una sola gota de sangre (hasta que llegó Peckinpah),
-o en un forcejeo entre dos tipos el bueno le agarraba del cuello por detrás al malo y éste acababa desnucado a los cinco segundos con un leve apretón que le daba el ‘prota’, que vamos, en absoluto sabía quién era el tal Steven Seagal para aprender a romper pescuezos como palillos en menos que canta un gallo,
-o en una batalla o tiroteo el director responsable de la película apenas movía la cámara de los trípodes y la lucha no era más que un intercambio de planos de buenos y malos sin tensión alguna,
-o las indígenas exóticas con el rostro tostado de maquillaje que no se les borraba pese a pasarse toda la peli entre las olas de una playa,
-o Marilyn Monroe con la cara casi siempre pringada de potingues aunque se fuera a la cama en Niágara o le diera el polvo en la cara en Bus Stop,
-o los héroes de un barco pirata que llevaban siempre la misma ropa y nunca se les manchaba (a no ser que fueran simples marineros borrachos),
-o maneras de actuar como las de John Wayne, Robert Taylor, Joan Crawford, Barbara Stanwyck, Walter Matthau, Cary Grant, Audrey Hepburn, Olivia de Havilland o los secundarios de películas de John Ford … buenas unas, malas otras, pero irrepetibles.
4 comentarios:
Está bien esto de desmitificar el cine clásico. Cierto los secundarios de las películas de Ford, sólo tienen cabida en su cine. Aunque a veces resulta triste pensar que Marylin, John Wayne o Cary Grant hoy estarían en paro...
Saludos.
Ya que mencionas también las escenas de peleas, ahí va otra: cuanto hace que no vemos una buena pelea a sólo puñetazos, sin patadas voladoras ni acrobacias varias. Aquellos puñetazos como bombas que daba gente como Alan Ladd... Gracias a Dios con los años nos volvemos pacifistas; pero como en el cine seguiremos viendo peleas, echo de menos peleas de las de antes, de cintura para arriba y utilizando sólo las manos, y quizas alguna silla...
Saludos.
Las peleas de Fight Club son muy buenas, nada mareantes y como dices fer, estoy de acuerdo contigo, de puñetazos, realistas sin patadas voladoras...
Fight Club, puños y sangre sin virguerías. Lástima que en la muy 'clásica' Bourne Identity una pequeña pelea del principio tenga unos puñetazos demasiado modernos que desentonan.
Saludos a todos.
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