No voy a entrar en detalles ni a desgranar aspectos vitales en la existencia de Miles Davis, el músico de jazz más legendario y biografiado. Quizá el actor Don Cheadle, que, según cuentan rumores y noticias, se ha atrevido a indagar en Davis en un biopic interpretado y dirigido por él mismo, nos resuma los encantos de su compleja personalidad y de su fascinante carrera musical. De momento, yo me limito a avanzar algo más allá del mítico y venerado Kind of blue, mi primer contacto, hace varios años, con este sagrada divinidad no sólo del jazz, sino de cualquier estilo que al jazz fusionó.
Supongo que tendrá sus detractores o quienes no valoren tanto su trascendencia, yo de momento, con la trompeta de Miles Davis y el complemento de sus innumerables músicos, voy notando además el verdadero espíritu que recorre las venas y las arterias del jazz. Hace unos cuantos posts me preguntaba por los méritos y los valores de este estilo de música y quizá vaya descubriéndolos poco a poco con una simple fórmula: dejarme llevar por los sonidos del jazz. Unos me resultan más impenetrables, otros son cómodos y Miles me va sirviendo, desde la belleza de Kind of blue (1959) hasta los siseantes compases de Miles smiles (1966), para inyectarme un estado de ánimo pacífico que me permite ausentarme de todo cuanto no es música. Milestones (1958) es otro estado de relajación. Sorcerer (1967) ya presenta sobresaltos lujosos. Miles in the sky (1968) se vuelve más nervioso. Ascensor para el cadalso (1957) es de una dulzura intrigante, como buena parte de los discos de su quinteto en Prestige. In a silent way (1969) anticipa probaturas posteriores mientras te da un masaje en la nuca. Y Tutu (1986), escuchado más años atrás, ya me había descolocado por su frívolo revuelto de pop ácido. Me queda mucho, como el inicio de su fase trasgresora con Bitches Brew, su ‘españolizado’ Sketches of Spain, sus discos primerizos con Charlie Parker o sus fusiones experimentales de los años setenta y ochenta. Todo llegará. El jazz va mostrando su lado más ‘cool’.
2 comentarios:
Poco a poco- y como hay que hacerlo, es decir, escuchando con la mente abierta - te vas sumergiendo en esa inmensidad que es el Jazz; tan inmenso que si se le da una oportunidad hay Jazz para todo el mundo, igual que hay una pelicula o un libro para todos y para cualquier momento.
Seguiremos hablando y comentando.
Collateral... una auténtica inyección de adrenalina. Hermoso homenaje a Miles, en la película y en el post.
Saludos y qué Miles nos acompañe!!!
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