Se aprecia en cantantes de ambos sexos un retorno reciente a nuevas fórmulas o un giro de pequeñas variaciones estilísticas en su regreso a la escena. Tras varios años de inactividad y de inmerecido olvido, Nancy Sinatra, Marianne Faithfull, Neil Diamond o Eric Burdon, por ejemplo, han vuelto a publicar nuevos trabajos cuyo contenido ha intentado apartarse (en unos casos más, en otros menos, y con distinta fortuna) de los rasgos característicos de su obra en general, nuevas creaciones con las que pretenden demostrar que saben adaptarse a las tendencias contemporáneas que priman en su estilo de música sin permanecer anclados en otras décadas. Otro ejemplo, y que además deparó un magnífico disco, es el de la vieja dama del soul Bettye Lavette, que en 2005 regresó en el sello Anti con el magnífico I’ve got my own hell to raise. Acabo de rescatar un disco al que le sucede lo mismo, Have a little faith (Alligator, 2004), de Mavis Staples, quien en el recién entrado año editará otro esperado álbum también en Anti y bajo la producción de Ry Cooder.
Este Have a little faith supone otro exquisito salto de madurez de la voz líder, junto a su padre Pops, de Staples Singers, El octavo y último disco hasta la fecha de Mavis Staples arrima a la rolliza artista a los territorios del blues rock de Chicago y al sonido Stax que su grupo cultivó a finales de los sesenta con el respaldo de los grandes Booker T & The MG’s. La familia siempre supo conectar con las corrientes en auge versioneando a artistas de su generación de líneas opuestas, por eso demostró saber saltar sin titubeos del góspel al soul, del pop al country incluso en diferentes colaboraciones. Mavis también se lanzó a otras aventuras, aunque con menos fortuna, porque ni la música disco a finales de los setenta ni el pop en los ochenta despertó su carrera en solitario.
Tras un lapso de ocho años, Have a little faith recuperó las mejores habilidades de Mavis Staples, recubiertas en este disco por una cristalina producción, wurlitzers nocturnos, guitarras slide chispeantes y voces muy sensuales, la suya y la de sus coristas, incluso en los instantes más encendidos. Un ábum seductor, ideal para seducir al fuego de una chimenea. Su próximo trabajo se espera con más impaciencia.
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