miércoles, abril 12, 2006

VOLUME TWO 16: QUIQUE GONZÁLEZ

Es una pena que haya más Quiques González en Estados Unidos que en España. Bueno, quizá aquí los hay en modesta abundancia, casi nunca sobre los escenarios más iluminados por la fama y el éxito, y es la mediocridad pasajera que marcan las modas y las tendencias programadas por la caduca modernidad lo que nos los tapan. Es una pena que no disfrutemos en España de tantos Tom Pettys como hay en Estados Unidos, artistas fieles a sus convicciones musicales, manantiales de sencillez creativa y emociones sinceras, solistas de voz callada y eco prolongado.

No es un exageración gratuita, es lo más parecido a establecer la comparación más fiel y próxima. Podría haber citado también a Roger McGuinn, Van Morrison, Peter Wolf, George Harrison, Gene Clark o Ryan Adams como modelos con los que se pueden emparejar las canciones y la música de Quique González. Pero la primera vez que escuché uno de sus temas, hará unos cuatro años, percibí en él la limpieza intrumental y las despejadas armonías que presentan los discos de Tom Petty. Eso es todo un placer, el de las cosas sencillas.

Quique desprende la misma actitud que Tom, son dos creadores que no hacen ruido ni lo necesitan, que hacen discurrir su trayectoria con calculada parsimonia y sin fuegos de artificio y que saben rodearse de compañeros de grabación y de gira brillantes, adecuados a sus creaciones. No se van de nada ni aparentan ser lo que no son, respiran regidos por la ley de la naturalidad. Eso también es actitud.

Cuando canta, Petty se parece muchas veces a Dylan; cuando lo hace González recuerda a Enrique Urquijo. Es una deformación aceptable, teniendo en cuenta que parte de su crecimiento artístico lo experimentó a su lado en los escenarios de su Madrid natal. Esa relación arrimó a Quique al entorno de los cantautores de mediados de los noventa, pero su posterior recorrido musical lo aparta por completo de los Serrano, Guerra, Álvarez, Silvio y compañía. Por fortuna.

Si fuera un profesor, la nota que les daría a ambos no sería un sobresaliente, aunque sí un notable bastante alto. Son de esos solistas de los que te vas sabiendo canciones sin conocerlas por el título. Me ocurre más con Quique González, quien con cinco discos a sus espaldas y un recién estrenado directo aún promete más kilómetros de música que recorrer. Sus latidos ya no entienden de dependencias ni ataduras, porque después de haber grabado sus tres primeros trabajos con Polygram, Universal y ambas compañías fusionadas, generó unas ventas discretas y no se ganó la confianza plena de los dirigentes, lo que le llevó a crear su propio sello para dedicarse a seguir haciendo lo que más le gusta, crear canciones, todavía con más libertad. A su lado ha estado desde el inicio el productor y espléndido guitarrista Carlos Raya (Antonio Vega, M Clan), toda una garantía en directo y un peón fundamental que ha hecho aumentar el peso y la relevancia de Quique en el pictórico paisaje musical nacional.

Su repertorio va adquiriendo una coherencia y linealidad envidiables: Personal (1998) es directo y rockero, aún inocente pero prometedor; Salitre 48 (2001) alterna preciosas baladas y trabajados guitarrazos y sólo le sobra su exceso de minutaje; Pájaros mojados (2002) es muy americano, puro Tom Petty, una delicia ideal; Kamikazes enamorados (2003) supone su independiente incursión en íntimas capas de instrumentación básica, un disco tímido y deprimido; La noche americana (2005) recupera fragancias rockeras pero se revela algo insustancial; y Ajuste de cuentas (2006) incluye a Drexler, Ríos, Ferreiro y Bunbury en una actuación en vivo de Quique con su banda, los Taxi Drivers, es un directo claro, sentido con entusiasmo y brindado con riqueza, otra vez sencillo, otra vez bueno.

Ya no hablo más. Quienes no conozcáis a Quique González dadle una oportunidad. Sin dudarlo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que alegria leer estas palabras de ti en tierras alejadas... palabras sobre un artistas/compositor que con el tiempo, muy poco a poco y casi sin darme cuenta se esta convirtiendo en un referente solido del desolado panorama nacional. Hace un par de anhos oi hablar de el. Lei sobre los motivos por los que se apartaba de una concreta multinacional y se iba por su cuenta y vi la portada de su por entonces nuevo disco "Kamikaces enamorados", me llamo la atencion y lo compre... y me gusto....
De ahi a escucharlos todos y cokmprobar que tambien me gustaban... unos mas que otros pero todos mas o menos interesantes...
Como suelo decir de Quique: quiza nunca harga un discazo (ojala me equivoque) Quiza no haga un temazo de recordatorio nacional (su sencillez quiza se lo impida) pero su musica es buena, emocionante y muy pura... Sobre todo destacar su actitud "sin parafernalias" su "ajeno a las modas" su "fidelidad musical" que se ve plasmada tambien en unos todavia mas sencillo-emocionantes directos...
Todavia me alegra mas que a ti te haya gustado, en serio, admiro a este tipo... ya te liare para que me acompanhes a verlo cuando se acerque a tierras gallegas...
Ya no digo mas..
Por cierto, disculpas por las faltas de ortografia pero este teclado no tiene tildes
ciao melomanos

rubén darío dijo...

No me importa que el teclado no tinga ni tildes ni eñes. La buena música y las charlas que provoca entre buenos oyentes no entienden de normas de ortografía.

Sí, tienes razón, habrá que ir a verlo en directo, a ver si pronto.
Hasta pronto.

Anónimo dijo...

bueno, bueno. pues os dire que Quique actua en tierras gallegas el 17 de junio, así que espero que vayamos los tres a verlo.

rubén darío dijo...

Gracias por la información, Little Ani. Parece ser que el día 17, sábado, en la Sala Capitol de Santiago. Ya sé que tú no faltarás, a ver si yo tampoco.

Anónimo dijo...

Desde que hace cuatro años escuché por casualidad "Salitre", soy un incondicional admirador de todo lo que hace Quique González. Le he visto muchas veces en directo y es de los pocos artistas que han sido capaces de emocionarme tanto en acústico solo con su guitarra como con una banda a toda potencia.

Decía Holden Caufield que los libros que le gustan son los que al acabarlos te gustaría que el autor fuera tu amigo para llamarle por teléfono. Es lo que me pasa a mí tras escuchar un disco de Quique.

rubén darío dijo...

Vaya, eres un gran adepto, señor guardián. No sé si me gustaría ser amigo de Quique o no. A lo mejor lo tengo claro cuando lo vea en vivo.