Es muy probable que este blog adopte durante un tiempo el modo greatest hits, ya sabéis, esas canciones cuyo carácter especial se explica en la interioridad del oyente y en el capricho variable de sus gustos. Ya veremos. Pero es probable, como digo, que, ante un mes y medio largo de deberes y exigencias que quitarán tiempo (y energías) al firmante de estos capítulos de evasión, este decida tirar por lo fácil: compartir sus debilidades con quienes sigan leyendo y escuchando estas páginas.
Así que arranquemos (y ya se verá qué pasa) con Cher. Con estos gitanos, vagabundos y ladrones que la seducían en 1971, protagonistas de una de aquellas canciones que hace unas cuatro décadas me hacían compañía en las noches en las que el dial me dejaba dormido en emisoras como Radio 80. Cher, que con el tiempo se transformó en una máscara, guardaba entonces los seductores encantos que a finales de los sesenta la habían hecho tan popular.
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