De
golpe, un escalofrío. He lamentado más otras pérdidas en este
nuestro mundo alternativo de la música, pero esta que hoy golpea
inesperadamente en la espesura de los días de invierno lanza un
latigazo nostálgico que me ha enfriado la espalda y ha hecho que
vuelva a mirar dentro
de mí. Yo estaba en la
universidad, abierto a
tantos nuevos estímulos que lo absorbía todo; pocas cosas quedaban,
muchas entraban a lo bestia y luego desaparecían, como Cranberries y
aquella canción,
Zombie, de la que con el paso del tiempo acabé harto. Los
niños gritando y lanzando piedras, la ciudad en ruinas, una mujer
cubierta en oro, la chica gritando ‘zombie’ y rasgando la
guitarra. El disco, No need to argue, nunca lo grabé, no lo
conservo, como ninguno del grupo, ni de la chica cuando grabó sola.
Pero sí guardo los lugares y las emociones de aquellos días que en
absoluto descifraban nada parecido a lo que es ahora. Y hoy la chica
se ha ido, Dolores, de un instante para otro. Sí, me apena. Buen
viaje.
lunes, enero 15, 2018
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