miércoles, diciembre 06, 2017

LIVE IN 213: EL TRISTE OCASO DE U2

Bajo este título que encabezaría un reportaje en la prensa, este post contiene un estado de ánimo que combina el enfado con la tristeza: por la decepción que supone escuchar a una banda que durante muchos años fue musicalmente grande, admirable y respetada, y que ahora se ha olvidado por completo de componer e interpretar buenas canciones; por constatar la mediocridad de sus últimos temas (y álbumes, en general) y la irrelevancia en la que se está ahogando un grupo con el que yo (y sé que también muchísimos) crecí y aprendí a amar la música. Toda pasa, todo acaba.
 
Valdrían otros titulares parecidos, otras ideas que ensucian el estado actual del grupo irlandés, una banda que hoy, cuatro décadas después de haber nacido en una modesta escuela de Dublín, parece no darse cuenta de que la grandilocuencia de la que es incapaz de desprenderse es un inconveniente recurso de la experiencia que neutraliza el talento y no ayuda a conservar la respetabilidad.

U2 están acabados. De la gloria al hundimiento. ¿U2 o Coldplay? ¡Qué malo es el último disco de U2!
 
Sí, porque toda esta rabia y frustración se deben a las muy decepcionantes sensaciones que provoca Songs of experience, la continuación del más que decente Songs of innocence de hace tres años. Solo un tema realmente enérgico y pegadizo, American soul, resalta de tan bueno que es en un conjunto de canciones deslucidas, sin fuerza ni espíritu. Bono ha perdido sus aptitudes como vocalista de manera alarmante y resulta irritante que en casi todas las canciones tengan que ocultar sus limitaciones su propia voz haciendo coros o la de The Edge como apoyo. El guitarrista se pierde en más de una ocasión en sus blandos sonidos característicos sin mucho tino. Y la banda se acomoda reconvertida en los peores imitadores de Coldplay sin tener claro a quién se dirige, si a nuevos fans conformistas o a viejos seguidores escépticos a los que tratar de retener.

¡Por dios, que este grupo grabó War, The Joshua Tree, Rattle & Hum y Achtung Baby! Ahora no es siquiera una caricatura de sí mismo, que tendría más gracia, sino cuatro tipos vacíos que llevan 40 años (demasiado tiempo) juntos. Una indigna supervivencia. Una pena grande.

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