Suerte que
tengo cercanos los buenos oídos de otras personas que me hacen rectificar. Porque
a veces se te pasa apreciar como merece un disco que escuchas, por cansancio,
distracción o la inconveniencia del momento, y después te das cuenta de que
estabas equivocado. Me ha ocurrido siempre, ahora mismo con Andrew Bird y su último
trabajo. Break it yourself (Mom and Pop Music, 2012) es una pieza singular: ni tradicional
ni vanguardista, ni tosca ni preciosista… se mueve a medio camino de los
extremos y contiene una elogiable riqueza de matices presente en la obra anómala
del autor, peculiar violinista y compositor de Chicago. El encanto tranquilo de
este disco descansa en selectas canciones, con la preciosa Lusitania a la
cabeza, que embellecen un disco estimulante, en esta ocasión ideal para cerrar
un estúpido día de paseo al otro lado de la correa de la que te arrastra el
perro.
Nota:
7/10
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