No me
atraen los discos de contenido político. Ya paso de puntillas por las letras de
cualquier álbum, así que evito detenerme en los textos de este tipo por los que
se inclinan a veces algunos artistas (ya tengo bastante con el día a día). La temática
me importa poco al abordar Election Special (Nonesuch, 2012), por mucho que se
empeñe Ry Cooder en recurrir a la música y combatir con sarcasmo y afilada
literatura algunos episodios políticos y sociales de su país, empezando por el
magnífico tema de apertura, Mutt Romney Blues. Ante todo me siento interesado por
cualquier novedad firmada por Cooder, bien sean sus coloristas rutas por el
folclore internacional o sus ya lejanas bandas sonoras. Su último trabajo poco
tiene de conexión con los recorridos latinos que ha afrontado desde la década
pasada y más con los muy aceptables My name is Buddy y I, flathead. El genio de
la slide y su hijo Joachim se bastan para construir un disco irónico y oportuno,
de sonidos profundos y metálicos y sabiduría pura. El segundo corte, Brother is
gone… qué maravilla.
Nota:
8/10
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