martes, febrero 08, 2011

BONUS TRACK 88: PLASTIC ONO BAND / McCARTNEY / BEAUCOUPS DE BLUES / ALL THINGS MUST PASS (JOHN, PAUL, RINGO & GEORGE)

El 8 de mayo de 1970 fue publicado el último álbum de The Beatles, Let it be. La banda, resquebrajada desde hacía meses, se disolvió ese año. Sus cuatro miembros ya habían trabajado en proyectos en solitario antes de esa fecha, empezando a dar forma así a la carrera que desarrollarían durante los años siguientes fuera del mítico grupo que los había convertido en celebridades e iconos desde 1963. Paul McCartney había utilizado ya su apellido para titular su primer disco un mes antes. Ringo Starr escogió marzo y septiembre para ofrecer una doble ración de su creatividad al margen de la banda con sendos discos. En noviembre, vio la luz el acertadamente titulado All things must pass, de George Harrison, que ya tenía dos discos anteriores. Un mes después, John Lennon firmó Plastic Ono Band, pleno trabajo de identidad que sucedió a pobres experimentos musicales junto a su pareja.


En 1970, los cuatro ex Beatles tenían sus propios discos e incluso algunos se ayudaron a otros colaborando en cada trabajo. En los años siguientes, y separados por la distancia, volverían a coincidir cada cual con su nuevo álbum en el mercado. Pero vamos a detenernos de momento en aquel año. Lo que rondaba por la cabeza de cada Beatle era material bruto de primera calidad. Habían cerrado la discografía en conjunto de manera magistral con Abbey Road y Let it be, pero sus miembros cultivaron sus propias inquietudes musicales con el único deseo de pasar página y no volver a mirar atrás. Y así fue. Lo que no podía continuar, allí se quedó. Simplemente. Otros resistieron sin recurrir al divorcio. Por fortuna, el talento compositivo de los Fab Four, brillante especialmente desde su álbum Revolver, se desarrolló con la misma intensidad de manera individual en los años setenta.

Porque mientras se consumían las cenizas de The Beatles, cada componente demostró a su manera que todavía podía seguir ardiendo. Lennon lo hizo con el soberbio Plastic Ono Band, disco empapado de esquizofrenia, ora agresivo ora meditativo, rugoso y delicado, con el gran tema que es God como prefacio del hermoso lamento por su madre muerta. McCartney se enclaustró una temporada en su casa, donde ayudado por su esposa se encargó de toda la música de su McCartney, atractivo y variopinto, con varias piezas de pura esencia beatle. Un versátil Ringo se transformó en vaquero americano, cual Gram Parsons con acento británico, en el sorprendente pero irregular Beaucoups de Blues, guiño a unas preferencias que poco se podían esperar de él. Y Harrison firmó su gran obra maestra, All things must pass, tierno y melancólico, con sus preciosas canciones que recrean lo mejor de su cosecha con la banda y sus agitadas jams.


Poco hubo que reprochar a cada uno en los años siguientes, aunque tampoco fueron inmunes a los altibajos creativos y se deslizaron por algún que otro breve periodo oscuro. Fueron tan buenos juntos como separados, ninguno se echó a perder, aunque todas las cosas cambiaran.

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