lunes, abril 27, 2009

VAMPIROS

Los vampiros no me dan miedo, me dan compasión, desesperados como están por morder y alimentarse, encadenados a una condena de siglos que los convierte en vagabundos de la noche sin más compañía que su propia obsesión. No me dan miedo porque me gusta sentirme vampiro, víctima y verdugo.

Vulnerables somos al mostrar el cuello a los colmillos. Se clavan, penetran y absorben, la piel se moja de éxtasis, la lengua mezcla su saliva con sudor y toda la espina dorsal se contrae eléctrica en plena naturaleza de placer. Si pudiera arrancaría con los dientes un pedazo del cuello, perdería el mío para que se lo llevase colgando de los labios.

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