Se trata quizá del trabajo del cineasta neoyorquino con la huella más profunda del cine de Ingmar Bergman que tanto admira. A ello contribuye su primera colaboración con el maestro Sven Nykvist, el director de fotografía habitual del autor sueco, quien confiere a la imagen del film un tono desnudo y gélido al colorido marrón y tostado que cubre casi toda la filmografía de Allen. Otra mujer es un film introspectivo, el breve viaje de una mujer madura dentro de sí misma a través de sus frustraciones, su soledad, su falta de pasión y su conformismo a raíz de la fortuita escucha de las confesiones desesperadas que una mujer más joven hace a su psiquiatra y que la protagonista escucha por el conducto de ventilación de su piso. Esa relación a distancia destapará los traumas no curados que el personaje aún no ha superado y que tímidamente tratará de olvidar.
Otra mujer tampoco me gusta ahora. Es pedante y distante, deudora del simbolismo más arrogante del cine de Bergman. Pero sí hay un par de cosas que salvo de este film más complejo y esquivo de Allen: la sobria interpretación de Gena Rowlands, una veterana actriz que siempre me gustó; y los últimos tres minutos de película, en los que la protagonista lee el fragmento de una novela cuyo autor, al que interpreta Gene Hackman, creó un personaje inspirado en ella por la pasión imposible que un día en él despertó. Sublime cierre de un trabajo olvidable.
2 comentarios:
Cuando des la cara por donde tú ya sabes hay un par de talibanes que te la vamos a maquillar. Abrazos.
Willard.
Pues desde aquí otro talibán, aunque este no te va a maquillar la cara, os comenta, si ya no lo había hecho antes, que me encanta esta película. Tanto, que la última vez que la vi la volví a ver de nuevo con sólo un descanso de diez minutos entre los visionados. Y me encanta ese final...
Un saludo y un abrazo para los dos talibanes.
Hablamos.
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