Y yo me paro un rato en Gordon Willis, a quien Woody Allen considera un mago de la luz que convierte sus iluminaciones en sublimes obras de arte. He recordado entonces algunas películas fotografiadas por Gordon Willis, las de Woody Allen y las de Coppola o Alan J. Pakula. Además he vuelto a ver Interiores (1978), el primero de los dramas y la primera de las películas bergmanianas de Allen, donde explota su admiración confesa por el cine introspectivo de Ingmar Bergman y a la que la luz envuelta en niebla o camuflada en la penumbra de Willis convierte en un espectáculo para la vista. Interiores defrauda en la adolescencia y conmueve en la madurez. Es dura y fría, pedante y soberbia, sus personajes son aborrecibles y su trama, irritante. Sigue sin gustarme. Pero la luz de Willis es mágica, anima al espectador a tocar la pantalla y acariciarla: esos contraluces a través de las grandes ventanas, esos rostros en la sombra, esas lámparas tenues en los extremos de una habitación, ese amanecer tenebroso y el mar mostrando sus fauces.
Gordon Willis lleva diez años sin fotografiar películas, desde La sombra del diablo, el film póstumo de Pakula. Como los grandes artistas de su especialidad, no se preocupaba por buscar la luz más bonita, sino la luz ideal para cada escena y para lo que el guión exigía. Era impetuoso en el trabajo, cuenta Woody Allen, se enfadaba con frecuencia, estallaba de los nervios, pero encontraba la imagen perfecta para cada situación. Basta recordar unos pocos momentos, unos pocos fotogramas de las obras de Allen y Coppola para rendirnos a la elegancia naturalista del ojo de Gordon Willis: los banquetes de la saga de El Padrino, la matanza en la escalera y la huida por las azoteas, el despacho de claroscuros sepia de Don Vito Corleone, la arenosa Sicilia; los rostros de Allen y Diane Keaton rodeados de estrellas en el planetario de Manhattan, la postal del banco bajo el puente, el calor resplandeciente del verano, las dos dimensiones de La Rosa Púrpura del Cairo, las calles de Nueva York en color y blanco y negro…
1 comentario:
Los directores de fotografía son como el eslabón de los aficionados al cine y los cinéfilos, diferencia los que saben los repartos por sus estrellas de los que buscan algo más en una película.
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