Muchos discos de finales de los sesenta y gran parte de la década de los setenta, especialmente de músicos americanos, poseen un halo natural que no se encuentra en obras posteriores de los mismos autores o de otros artistas más actuales que beben con descaro de la música americana de aquellos años. Supongo que en la labor de producción se encuentra la clave que explica por qué trabajos de Joni Mitchell, James Taylor, David Crosby, Randy Newman, Tim Buckley o Neil Young fechados en los setenta suenan tan frescos y desnudos, sin adornos ni sobrecargas en el ensamblaje generalmente acústico de sus creaciones. Tienen las de estos autores un aire de presencia bohemia y ausencia inquietante. Las drogas reposan en las letras detrás del apacible descanso que suele fluir por sus sonidos (de hecho, todos o la mayoría de estos músicos tuvieron romances traumáticos con la aguja y los alucinógenos). Añado al grupo a Loudon Wainwright III, al menos este descubrimiento tan reciente, T-Shirt (Arista, 1976).
Este es el sexto disco de este autor norteamericano, ocasional actor (la serie MASH, Big fish, The aviator), esposo caduco de Kate McGarrigle y padre de Rufus y Martha Wainwright. Tiene más de sesenta años y más de una veintena de discos. No lo he seguido demasiado y mis primeros contactos con él no me han atraído demasiado. Pero me he encontrado con este peculiar y variopinto álbum de cubierta descuidada y no sólo he vuelto a aspirar esa brisa inherente que sopla sobre la música de sus compadres, también he disfrutado de una riqueza estilística que salta del folk más íntimo al blues más festivo, del funk ácido al verbeneo melancólico.
Loudon se bastó con su guitarra para comenzar a grabar discos básicos de folk en 1970 y a mediados de la década recorrió campos más rockeros con los que expandir su folk americano sin sobreexcesos, con una moderación que anima a seguir dándole más oportunidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario