lunes, septiembre 11, 2006

SOUNDTRACK 18: MANN-MANÍA

Entiendo el cine, entre varias concepciones, como un regalo artístico directo al sentimiento, a la emoción, y disfruto por ello con películas que trascienden la simple contemplación, films cuya historia o sus imágenes y el modo en como su autor las combina taladran el cuerpo y perturban de cualquier manera nuestro corazón. Ahí incluyo a un director apartado del concepto comúnmente entendido como autor de culto (véase David Lynch, Jim Jarmusch, Peter Greenaway o algún que otro cineasta oriental), pero al que yo le rindo mi culto particular, una adoración que refuerza siempre mi romance eterno con este nuestro arte primero entre todos los que haya.


La filmografía de Michael Mann no es perfecta, pero en ella aparecen tres obras redondas, perfectas. Son lecciones de cine en todas sus tareas o componentes (montaje, guión, música, interpretación, diseño, fotografía, dirección), en las que los argumentos avanzan inquietos acompañados de imágenes de nerviosa pero irresistible belleza. Muchos de vosotros las habréis visto: Heat, El dilema y Collateral. Son obras de acción física e interior, de parejas de hombres de rigor y honor, que no ocultan ni sus vicios (los más) ni sus virtudes (no tan limpias como debieran ser) y caminan hacia soluciones drásticas porque se ven condenados a resolver complejos conflictos morales. Son películas que esconden situaciones cotidianas en la rutina de policías y ladrones, víctimas y verdugos, asesinos y tipos corrientes, en las que el intimismo con que aparecen descritas las vidas y los trabajos de sus personajes convierte sus acciones en actos únicos e incluso épicos.


Conocéis las películas, ¿verdad? Y quienes aún no hayáis visto alguna estaréis al tanto de qué tratan y quienes son sus intérpretes. Por eso me voy a permitir extraer fragmentos de esas obras dirigidas por Michael Mann para animaros a verlas o para compartir con quienes ya lo habéis hecho (seguro que más de una vez) unos instantes de su maestría argumental y de su fascinante poder visual y sonoro:


las noches de Los Angeles salpicadas de luces “iridiscentes” en Heat y Collateral

la cámara a ras de asfalto en persecución de un coche

un duelo sin pistolas en un local de jazz en Collateral

un duelo de palabras, halagos, sueños y advertencias entre Pacino y De Niro en una cafetería

Jamie Foxx rodeado de matones transformado en un tipo valiente y lanzando amenazas

la cámara en el cogote y el sudor de los protagonistas

Moby en un aeropuerto, BB King en un restaurante, Audioslave en un taxi, Paul Oakenfold en una discoteca, Massive Atack en un hall, Elliot Goldenthal, Lisa Gerrard y James Newton Howard...

Russell Crowe desolado en una habitación de hotel con el saludo de sus hijas imaginado en la pared en El dilema

Pacino tratando de consolarle en pleno atardecer en la orilla de una playa con el agua hasta las rodillas

treinta segundos para despedirnos y nunca más volver a vernos porque la pasma nos sigue los talones

el mejor tiroteo de la historia del cine en Heat y el atronador ruido de sus disparos en nuestros oídos

Cine en carne viva.

Se acaba de estrenar Miami Vice, la adaptación para cine de la serie televisiva de la que Michael Mann fue uno de sus creadores en los años ochenta. Esta Corrupción en Miami en pantalla grande presenta todas las señas de identidad del cine de Mann y vuelve a introducir al espectador en el propio estómago de un mundo de crimen, delitos y policías que el autor de nuevo recrea con fidelidad, crudo realismo e irresistible encanto. Miami Vice se queda a un paso de alcanzar esa perfección de Heat, Collateral y El dilema por un pequeño bajón de ritmo y un dramatismo menos creíble en la relación de amor entre dos de sus protagonistas. Por lo demás, es otro trabajo magistral de Michael Mann con escenas de acción impactantes (pocas pero las justas), planos nerviosos y bellos, personajes íntegros y pasión por el cine.


Para saber más de Michael Mann.
Si quieres leer una crónica de Miami Vice.

1 comentario:

Alberto Abuín dijo...

Uno de los más grandes, sin lugar a dudas.

Gracias por ese enlace, caballero.