Al tiempo que entraba en mis estanterías el disco Wild wood (2003) de Paul Weller, el músico inglés desembarcaba su música en la playa de Riazor para ofrecernos el concierto estelar de estas cada vez menos atractivas fiestas veraniegas. En 2006 un gran Paul Weller piso nuestra ciudad y sintió el viento nocturno en el arenal acogedor de Riazor.
Paso de etiquetas y movimientos, de estilos concretos y tendencias duraderas. No es lo mismo escuchar cierta música en un momento que en otro, pero yo trato de asimilar la que llega a mis oídos en el instante en que lo hace aunque sea varios años después de su concepción, a veces tratando incluso de desplazarme con ella un tiempo atrás para contextualizarla y valorarla mejor. Pero al fin y al cabo la buena música no tiene edad y si es buena, grande, enorme en un momento, lo es y debe ser siempre. Desvarío un poco con vuestro permiso para apuntar que poco me gustaban The Jam y algo más los refinados Style Council; el Paul Weller que conozco es irregular, recorre medio camino, pero su último trabajo, As is now (2005), y ese Wild wood recién adquirido sirven para consolidar mi aprecio por un músico referencial para cientos de mods trasnochados con resistencia a envejecer y punk-poperos reciclados. Mis respetos a todos ellos.
Weller piso las tablas portátiles sobre Riazor como un chaval ilusionado de cabellos oxigenados y sin desliz alguno de divismo, esforzado en compartir guitarrazos y largas improvisaciones, también breves descargas de estiloso garageo (Come on/Let’s go), baladas lindas (Wild wood mismo) y rock and roll pletórico e intemporal (como la soleada A town called Malice de los Jam para cerrar). Es oficio natural sin posturas de pega, la rabia adaptada al pacífico devenir de estos tiempos.
viernes, agosto 11, 2006
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