lunes, agosto 14, 2006

BONUS TRACK 11: THE GHOST OF FASHION (CLEM SNIDE)

Con cuatro discos además de un Ep a cuestas y poco después del lanzamiento de su quinto álbum largo, me tropecé con Clem Snide. Nada más que unas buenas reseñas sirvieron de aval. Y una corazonada que no me traicionó. Quizá fue por el título de ese trabajo más reciente, End of love. Si el amor se acaba la música es un hábil vehículo para destapar las emociones que trae ese final. Y la nostalgia o el rencor, la liberación o la soledad, el silencio de un beso o el estruendo de una carcajada son ingredientes prometedores para un disco digno de ser escuchado. End of love (2005) lo es; hable o no hable de todo eso, lo transmite. Soft spot (2003) también sin llegar tan alto. ¿The ghost of fashion (2001)? Otro gran disco.

La voz modosa de su fundador y compositor, Eef Barzelay, y su tono dolido y resignado es la razón más poderosa por la que uno puede engancharse por una temporada a Clem Snide. Tengo la costumbre de escuchar dos veces seguidas un disco para encontrarle los matices que se me escapan en la primera escucha, para corroborar un contacto inicial decepcionante o por contra alentador; he puesto a girar ya varias veces The ghost of fashion como una adicción. Por la sutileza vocal de Barzelay al terminar sus frases, pero también por la ingeniosa y casi invisible mezcolanza de rock, pop, folk y country que brota de las mezclas y los acordes, una música arreglada con la misma versatilidad sabia que caracteriza a Calexico o con la misma inquietud, aunque menos revuelta y frívola, de Gomez.

Aunque una canción de esta banda de New Jersey encierre entusiasmo en su letra, es la voz dulce y suplicante de su líder la que la cubre de una tristeza muy melancólica por debajo de su capa más animada. Ocurre en el arranque maravilloso de The ghost of fashion, Let’s explode, pero también en la más exótica Chinese baby decorada con los artificios de sus teclados; en una y en otra suena un banjo por aquí, hay un cello por allá en Ancient chinese secret blues, con Barzelay más implorante que nunca poniendo la piel de gallina a un oyente perplejo. Un disco precioso, aunque sólo contuviera Evil vs. Good, Moment in the sun y Joan Jett of Arc empapada de morriña.

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