viernes, mayo 26, 2006

VOLUME ONE 24: LIVING WITH WAR (NEIL YOUNG)

Mis músicos favoritos no son divinidades perfectas. Para mí ocupan niveles muy avanzados en el trono de los cielos del rock and roll, pero nunca he sido yo un devoto e inflexible creyente de los que rinden reverencia a cada acto procedente de las alturas. Hasta Neil Young puede patinar en falso y darme un coscorrón en su caída. Ya resbaló varias veces en la dispersa década de los ochenta, aunque desde entonces no me había vuelto a provocar una frialdad tan indiferente con uno de sus trabajos. En menos de un año ha publicado dos discos con material nuevo, el bucólico y ligero Prairie wind y el áspero y pesado Living with war, una arenga directa y enfurecida contra el presidente George W. Bush, un álbum cubierto de odio para el que Young recupera el sonido rugoso y monótono de Crazy Horse pero sin los Crazy Horse y al que incorpora la protesta colectiva de su voz cansada y apagada con el acompañamiento de un centenar de voces de hombres y mujeres americanas que subrayan en muchos versos de las canciones la fuerza del mensaje.

El contenido de Living with war es una denuncia descarnada. Young desnuda las actuaciones de Bush en sus mandatos, en especial su política en Irak, y le condena por enriquecerse con las guerras, por olvidar a los desamparados, utilizar la religión y el miedo para amasar más poder, manipular a la población y arrebatarle su libre y añorado espíritu americano. Por eso después de acusar a Bush de mentiroso, espía y ladrón en el tema Let’s impeach the president, anima a la gente a la búsqueda de un nuevo jefe (blanco, negro, mujer tal vez) en Looking for a leader. El músico ama a su país y utiliza Living with war como un arma sin sangre más para protestar contra los auténticos terroristas de su patria. ¿Obtendrá el resultado esperado? No sé, Springsteen, REM y compañía no lo lograron en su campaña a favor de John Kerry.

Ese discurso queda expresado esta vez por Neil Young con más sequedad en su estilo, con cierto descuido en la producción, apresurada y elemental. Su voz crispada grita más baja y el amaño de coro góspel que la respalda, así como el abrigo sonoro de sus músicos acompañantes (alguno presente en aquellos flojos discos de los ochenta) acaba por resultar repetitiva. Ni siquiera el impulso de un puñado de crudos y agresivos cortes (The restless consumer, Families y los antes mencionados) libran al nuevo disco de Young de su pesada carga.
Nota: 5/10

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