lunes, mayo 08, 2006

VOLUME ONE 21: PEARL JAM (PEARL JAM)

Si no fuera por haber crecido y madurado con su música y sus discos, apenas me preguntaría qué me pueden ofrecer a día de hoy Pearl Jam. La expectación, en cambio, está ahí, y por eso me han asaltado unos cuantos interrogantes con motivo del lanzamiento de su octavo álbum de estudio (sin contar la recuperación de sus rarezas), el primero tras su ruptura con Epic para cambiar a Sony. Y ellos, ¿cambian?, ¿aún pueden recuperar algo de la fuerza y el vértigo de sus primeros discos, o continúan instalados en la rutina decente pero algo insípida de sus trabajos recientes?, ¿pueden volver a ser jóvenes o seguir pareciendo unos mayores?

Quizá por haberse mudado de casa e iniciado una etapa nueva Pearl Jam titulan su último disco como ellos mismos, prescinden por primera vez de Brendan O’Brien en labores de mezcla o producción y se lavan la cara sin cambiarse el maquillaje. Tener de nuevo a los primeros rockeros de sus tres discos iniciales es un sueño de otro tiempo, de otra dimensión diría, pero los Pearl Jam de Pearl Jam aún conservan sus ganas de sentirse chicos y lanzarse al público desde el escenario. Ninguna de sus nuevas canciones se parece o alcanzará un impacto en vivo semejante al de Even flow, Jeremy, Animal o Alive, pero persiste en el grupo de Seattle la recobrada voluntad de perder años de seriedad y ganar entusiasmo de juventud. Así (como acierta a situar el mítico y gran Jose), Pearl Jam ocuparía un coherente espacio entre el Vitalogy y el No code.

Y ello se debe a las ganas bien claras que cada uno de sus componentes muestra en el transcurso de las canciones. Los solos de McCready vuelven a adquirir velocidad y alguno se eleva hasta el éxtasis (como en la impresionante canción inicial, Life wasted), los riffs de Gossard son más sucios y pegadizos (Big wave), el bajo de Ament marca más los ritmos (Army reserve), los golpes de batería de Cameron llenan los temas de agresividad (World Wide Suicide) y la voz de Vedder escupe nuevos gritos coléricos que parecían perdidos.

Hay garra y énfasis en Pearl Jam, hay también tranquilos descansos, idílicos por ejemplo en Parachutes y dolidos en Come back. Hay incluso inesperados cambios de ritmo y dirección que, si cabe, pretenden ser la nueva cualidad que define gran parte de sus canciones. Y sí, Pearl Jam siguen siendo una gran banda. Yo seguiré queriendo mermelada de perlas.
Nota: 8/10

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