Tardan en engancharme. No tienen por qué hacerlo aunque a un vasto sector de la prensa musical lleven tiempo entusiasmando. Si te gusta el rock americano de raíces, el country rock, entonces tienes que amar a Wilco; y se te gusta además que añadidos aires de psicodelia y florituras sonoras acompañen al sello ‘americana’ de sus discos, entonces casi tienes que venerar a Wilco. Así resumen revistas varias el impacto del aclamado grupo de Chicago a su paso por giras y festivales internacionales y tras cada álbum que publican.
No es para tanto, entiendo. Pero en los últimos meses ha ido cambiando mi opinión de Wilco. A duras penas soporté Yankee Hotel Foxtrot (2002), disco tan celebrado como difícil y conflictivo en el devenir de la banda; acogí con reservas pero mejores oídos A Ghost is born (2004); y en un retroceso en su discografía me dejé convencer por la belleza confusa y decorada de su segundo álbum, Being there (1996), donde los teclados y ligera música viento transforman los sonidos de country rock en canciones más ambiciosas y llenas de matices y delicias. Ahora repasan su carrera en directo desde su ciudad en Kicking Television, un más que aceptable directo.
Su historia en conocida, forma parte de las páginas que definen ciertos periodos musicales y pasajes de tendencias en boga. Uncle Tupelo encontró su fin y Jay Farrar creó a los sosos Son Volt mientras Jeff Tweedy convirtió al resto de la banda en Wilco. El grupo ha tenido entradas y salidas desde 1995, ha sido cuarteto y quinteto, y sus miembros han conducido otros proyectos (Courtesy Move), compuesto bandas sonoras (Tweedy la del film Chelsea Walls) y participado en agradecidas colaboraciones: con el cantautor Billy Bragg en los dos conmovedores volúmenes Mermaid Avenue, que convierten en música viejos temas nunca cantados por Woody Guthrie.
Aprecio en Wilco, en las invenciones musicales de su líder (reestablecido de sus dependencias con las drogas y sus viajes depresivos), el talento heredado de los artistas que caminan firmes por terrenos antes explorados y se calzan con zapatos adaptables a muchas superficies, por lo que son proclives a los tropiezos. Su rock melancólico y tantas veces angustiado, tan mordaz como permanente, sitúa a Wilco en el escalón de los grupos de evolución tranquila aunque vacilante y que ahora son una referencia.
viernes, febrero 10, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Sinceramente sigo sin ver nada en este grupo, que se le va hacer...!
En ocasiones pienso lo mismo, y ya digo, hay discos que no me gustan, pero tienen pinceladas brillantes.
¡no veís nada en este grupo! no sé si lo sabeis, pero son músicos, ¡escucharlos!
y en cuanto a son volt, sosos?, has comido kokotxas?
Publicar un comentario