A la espera de que el año vaya llenándose de interesantes nuevos discos he estado recuperando en estos primeros compases de 2006 algunos trabajos que gozaron de las mejores críticas en 2005 desde distintos ámbitos y en las páginas de diferentes revistas. Una parte de ellos los llegué a escuchar antes de entrar el nuevo año, pero otros van cayendo ahora, llegan a través de recopilaciones que reúnen lo más selecto del año anterior o lo más exitoso de ciertos sellos discográficos. Me quedan más por escuchar, aunque también es verdad que la poca parte de lo que he escuchado de otros no me anima en absoluto a dedicarle mis atentos oídos durante una hora. Vayamos con unos ejemplos... decepcionantes, animados, prometedores, bárbaros y adictivos.
M.I.A. es Maya Arulprasagam, de la etnia tamil, crecida entre Sri Lanka y Londres, de piel tostada y melena rizada, muy guapa. Sus letras, las que escupe en Arular, esconden actitudes combativas, arengas de revolución y furioso desprecio hacia los machos. Esa proclama guerrillera la viste M.I.A. con gruesos velos electrónicos que insisten en la motonomía rítmica, en los berridos hablados acompañados de sonidos y percusiones caribeñas. Suena a Public Enemy unplugged bañado de reggaeton, ¡sí!. Pero ha caído bien, gusta, es 'cool', una chica mona distinta sin cohorte de bailarines detrás ni embutida en jeans o camisetas mojadas. Nota: 1 sobre 5.
Bloc Party no son nada de otro planeta y quizá no duren más que hasta la hora en que llegue el ocaso de los líderes de su sonido y su moda, los sobrevalorados Franz Ferdinand. Vienen también de las islas británicas y descargan pop de guitarras machaconas con acento punk y maquillaje moderno. Pero esa fórmula de nuevo rock sexy que triunfa y multiplica a bandas casi clónicas como Maximo Park, por ejemplo, presenta en su disco Silent Alarm una naturalidad que les descubre menos sombríos y más vivaces y divertidos que los Ferdinand, Y lidera el grupo de jovencitos aún imberbes y con pantalones desgastados Kele Okereke, negro gritón menos mediático y posturitas que Alex Kapranos. Nota: 2 sobre 5.
Los canadienses Arcade Fire, con aspecto a veces de bichejos raros de una comunidad calvinista, chicos y chicas incomprendidos, casi han unificado posturas y merecido calificativos harto generosos. Lo consiguen con su álbum Funeral, experimento tan caótico como fascinante, por igual tenebroso en sus ideas y resplandeciente en su sonido, una obra compleja y catárquica que para nada deja indiferente. En difícil catalogarlos o definirlos porque combinan rock y punk, pop y electrónica; aceleran y retrasan los ritmos y las canciones. Pero nada de eso suena caprichoso, sino calculado e inteligente. Hablan de una renacida 'new wave' (y algo recuerdan a Talking Heads), pero ¿qué viene a cubrir esta ola nueva que hace décadas mandó al punk al olvido y recuperó la alegría del pop? 'Indie-rock', le llaman. No siempre asusta. Nota: 4 sobre 5.
Mother Superior también parieron en 2005 a su séptimo vástago, al que llamaron Moanin’. La banda angelina que durante una década acompañó en las giras y grabó discos con Henry Rollins y trabajó con Wayne Kramer recupera la energía que dilató en su anterior 13 violets para hacerla más compacta y vigorosa en su nuevo disco. Moanin’ no escatima hard rock ni heavy, los combina con un soul garagero intenso y genuino que convierte enormes canciones como la inicial That song reminds me on you, Hole, Devil wind o Jack The Ripper en impresionantes ejemplos de su cosecha para convertirse en clásicos brutales. Nota: 4 sobre 5.
Y Madonna también cayó. Su single Hung up me atrapó desde la primera escucha y lo que le sucede en el disco es un repertorio de música disco envolvente y excitante que se te mete en el cuerpo como una droga durante una hora entera sin descanso. Confessions on a dance floor es un juguete del que quedarse colgado. Mejor en una pista de baile. Nota: 4 sobre 5.
sábado, febrero 18, 2006
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