miércoles, noviembre 02, 2005

VOLUME TWO 6: JOSH ROUSE

Me cae muy bien Josh Rouse, pálido chico de la árida y aburrida Nebraska (de donde también sale el más ambicioso Conor Oberst al frente de Bright Eyes), compositor modesto con pinta de buen tío, esmerado músico de pop insinuante, rock de velocidad corta. Parece que a Rouse y a su banda les falta algo de sangre en vivo, a tenor de la crónicas de sus conciertos en España, pero esa moderación en su voz y en los limpios arreglos de sus canciones es la fuerte cualidad de una carrera de cinco discos largos y un curioso Ep al lado de su padrino Kurt Wagner (Lambchop).

Emparentado con Pete Yorn, Ben Lee y tantos otros jóvenes de aspecto saludable, Josh Rouse ha dado pequeños pasos en su crecimiento como músico hasta tocar una cima igualmente humilde con sus dos últimos discos de estudio, el formidable 1972 (con fecha de 2003) y el no menos precioso Nashville (2005), una de las joyas de este año.

Desde 1998 lleva en marcha el viaje musical de Rouse, iniciado con un par de discos algo flácidos (Dressed up like Nebraska y Home) aunque con tres o cuatro temas de mención. Por un camino indefinido y titubeante se movió Under cold blue stars (2001), pero el encuentro con el teclista Brad Jones y ahora productor de sus mejores entregas, ha convertido a Josh Rouse no sólo en un elegante y melódico cantante sino en un artista cada vez más respetable.

Escuchando sobre todo su álbum 1972, en el que Josh Rouse homenajea a los sonidos con que fue creciendo desde que era un chaval en canciones tan descriptivas como Love vibratiom, Sunshine y Comeback, se advierte la riqueza musical que desprende cada nota, cada instrumento o cada voz; confluyen en poco más de cuarenta minutos el pop y el soul y uno se traslada a un escenario de calles soleadas, mujeres onduladas, sabores dulces y música nocturna, aduladoras imágenes que ilustran historias que nunca se repetirán.

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