Miramos el reloj, marcaba las cuatro y media de la madrugada. En el Tribeca las horas pasan deprisa si la charla fluye con gusto entre la armonía de los buenos oyentes y los buenos conversadores. Un par de horas parecieron treinta minutos. Mi buen amigo Jose ‘Pepe Guns’ y yo hemos compartido varias veces impresiones y emociones sin darnos cuenta de lo tarde que se hacía. Poco antes de mirar el reloj Jimi Hendrix, con José Luis como intermediario, nos había regalado un recital encadenado: Foxy Lady, Little wing, Hey Joe.
Y entre los tres alabamos durante un buen rato a Hendrix. ¿Qué hubiera hecho en estos días si siguiera con vida? ¿Habéis escuchado o visto a alguien tocar como él lo hacía?, nos preguntamos. Y no sólo cómo él lo hacía, sino cómo sonaba la Experience al completo. La filigrana y la potencia se dan la mano de manera demoledora, sin compasión, irrepetible.
Por delante de la explosiva Foxy Lady, la apaciguadora Little wing, o la grandiosa e inmortal versión de All along the watchtower incluso, creo que Hendrix llena la historia del rock, entre varias razones, por haber parido un tema como Hey Joe. Su violencia creciente avanza guiada por ese bajo siniestro, las apacibles pero oscuras voces femeninas acunan las palabras y acompañan los versos criminales y los (al principio) dóciles acordes de Jimi estallan en ese arrebatado clímax, el que nos lleva los dedos a las cuerdas de nuestra guitarra invisible y aprieta los ojos cerrados de la cabeza descontrolada en pleno éxtasis.
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