La primera vez confirmaste que era un gigante, allá por 2004 o 2005. La segunda, en 2010 debió ser, o tú no estabas en la noche adecuada o él no supo alegrarte la noche. Y la tercera, ahora en 2022, celebras por todo lo alto que la fe en Ben Harper es inquebrantable y que desde el escenario predique música que alcanza el culmen de la espiritualidad.
Beyond sea level a capella como prefacio, una oración que pone la piel de gallina. Y te dejas caer a la piscina para nadar sobre esas aguas indomables que Ben agita entre corrientes de estilos. Hay tiempo para el soul combativo (We need to talk about it), tiempo para la delicadeza nostálgica (Another lonely day, She's only happy in the sun), para la brisa del verano (Steal my kisses) y queda aún más tiempo para la apoteosis mística (Amen Omen, Diamonds on the inside, With my own two hands) que levanta las almas y te empuja a llenarte de la energía curativa de la música.
"Mi nombre es Ben Harper y somos los Innocent Criminals". Qué bendito delito en el verde acogedor de las Noches del Botánico. Gigante una vez más.
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