En la Columbia Británica, en un pequeño enclave canadiense llamado Horsefly, viven Pharis y Jason Romero. Son músicos y construyen banjos. Forman matrimonio y utilizan un viejo granero reformado como estudio en el que liberan su creatividad para darle música a sus horas, para dejar que los días se derritan hasta consumirse con el sonido limpio y metálico de sus banjos. En su último disco (el primero que me hace saber de ellos, Tell 'em you were gold (Smithsonian Folkways, 2022)), cada uno de los ocho banjos que tocan tiene un nombre propio, un timbre y tono particular, el adecuado para los 16 cortes que llenan el álbum. Pínchenlo y olvídense de todo lo demás: son solo sus voces, alguna guitarra acústica, algún violín y los banjos, que se funden con la naturaleza exterior y la banda sonora del aislamiento. Tienen esa alma folk profunda y melancólica que se halla también en Milk Carton Kids o en Sarah Jarosz o en Gillian Welch. Un placer lejano al que aspiramos en sueños.
Nota: 8/10
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