Desde que di con él me intrigó Paolo Nutini. Dos discos majetes bien vendidos, dos canciones muy bien armadas (esa deliciosa Candy me sigue erizando el vello), y largos periodos hasta volver a producir obra nueva. Los cinco años que pasaron hasta su tercer álbum, Caustic love (2014), desvelaron a un autor más ambicioso, desmarcado de las fórmulas sencillas, más intenso en su recitado y su mensaje. Ahora los ocho que han pasado hasta Last night in the bittersweet (Atlantic, 2022), con reposo e introspección de por medio, reafirman las aspiraciones altas del escocés, versátil y osado, aunque desatado e inestable. Virtudes y vicios de un disco al que cuesta encontrarle el punto y el equilibrio. El autor va de lo crudo a lo delicado, del susurro pop al chillido rock, de lo tranquilo a lo desatado. Queda al final, no obstante, el voto permanente de confianza.
Nota: 7/10
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