Puestos
a escoger, a extraer placeres supremos entre una cosecha de sublimes
regocijos, nos dejaremos vencer por las debilidades, por pequeñas
joyas entre grandes tesoros. Apuesto a que muchos, sí, muchos, nos
revolcamos en el éxtasis al oír In God's country en mitad de la
obra maestra que fue, es y seguirá siendo The Joshua Tree. (Sí, hoy
puedo, de nuevo, constatar su grandeza al volver a escuchar el disco
de corrido, una obra al que su momento, sus actores y el paso del
tiempo en las propias venas de U2 han convertido en un trabajo
perfecto). Pues eso, que In God's country y su galopante ritmo
todavía nos hacen volver atrás y mirar nuestra vida desde la
ventanilla. Así como la veis y oís aquí, un poco primitiva, justo
como en aquellos tiempos, nada de revisiones sofisticadas de los días
digitales.
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