jueves, mayo 30, 2013

LIVE IN 147: ELLIOTT MURPHY, A CORUÑA 2013, TEATRO ROSALÍA


Al Rosalía, siendo crío, me llevaron mi madre y mi abuela a ver una o dos películas de Parchís. Años después ya fui solo al estreno de El club de los poetas muertos. Después dejó de haber cine, solo esporádicos ciclos de clásicos sacados del archivo como Casablanca y El apartamento, a los que no falté. Y vi teatro, un par de obras. Y a los Jayhawks, y a Bettye LaVette. Y cubrí para el periódico en que trabajo una gala de nuestros propios premios a la música gallega. Y hoy le ha tocado el turno a Elliott Murphy.

Repito con él en casa. Ahora el escenario es mejor, porque el teatro es precioso. Elliott se trae a su inseparable Olivier Durand (qué bárbaro) y a dos franceses más con los que forma The Normandy All Star. Y cumple, vaya que si cumple. Porque es un músico sin manchas en el historial, sin tropiezos, de los que no tienen discos malos. Repasa unos cuantos. Suenan muy bien los temas más lejanos, como Drive all night y Last of the rock stars. Muy suave Green river. Prometen los del último álbum, que me coge despistado. Se lo está pasando bien. Anima a la gente, que se anima. Estos tipos no defraudan nunca. Me desorienta un poco el teatro pese a su hermosura, porque el concierto, tan achispado, hubiera sido mejor vivirlo en pie y más cerca de los músicos. Un Heroes de Bowie en fase de excitación (Durand, emperador) cierra otra gran noche de música.

sábado, mayo 25, 2013

GREATEST HITS 146: THINGS HAVE CHANGED (NEVER ENDING BOB)


Ya van 72. Y quedan. La gira sigue su curso. Y en cada noche empieza así. Sin fin. Things have changed

VOLUME ONE 293: DIDN’T IT RAIN (HUGH LAURIE)


Cuando lo nuevo no te descoloca, cuando no encuentras estímulos superlativos, el blues es una buena, muy buena escapatoria. El blues puro, el genuino, la raíz, el polvo, la tierra. A ello acude el doctor House, el actor británico Hugh Laurie transformado en bluesman americano de pura cepa cuando se sienta al piano. Le encanta y se nota.

Al excelente Let them talk (2011) le sucede el no menos brillante Didn’t it rain (Warner, 2013). Otra exploración por el cancionero tradicional empapada de blues, emborrachada de la esencia de viejos autores rescatados del archivo. El disco se lleva a la boca (se debe degustar) en esa atmósfera tan difícil de reproducir fuera de nuestra imaginación, cubiertos de humo en las mesas de los garitos de New Orleans, viajando en sorbos de bourbon y abrazado a las caderas de una negra y al contoneo de la música. Hay versiones divinas de incunables casi perdidos y la edición deluxe aporta Unchain my heart y Yeah Yeah en vivo como sublime colofón.

El sonido es preciso, integral, perfecto, mezclado de nuevo por Ryan Freeland y producido por el gran Joe Henry y sus músicos de garantía.

Nota: 9/10

martes, mayo 21, 2013

LIVE IN 146: MANZAREK


Allá en Venice Beach se conocieron. El rubio ondulante de sus cabellos, las gafas generosas, el rasgo desgarbado y la vista alta. Se encontró con Jim en la arena y nació la leyenda. Algo más que una simple banda de rock. El rey lagarto se quemó pronto al sol del desenfreno, su amigo callado resistió más de cuarenta años. Ray Manzarek nos ha dejado.

Los Doors no tenían bajista, tenían a Manzarek encorvado sobre los teclados y encajando el ritmo brumoso del bajo entre las melodías hippiosas que salían de sus dedos (bueno sí, el grupo utilizaba a algún bajista en las sesiones de grabación de los discos, alguien del que nadie hablaba). A Ray podemos encumbrarlo al son de sus atmósferas únicas e irrepetibles, de Light my fire, People are strange, Back door man, LA Woman, Riders on the storm, The end… This was your end, my friend.

domingo, mayo 19, 2013

BONUS TRACK 114: CONEY ISLAND BABY (LOU REED)


Siempre montado en un balancín, en Lou Reed es habitual coronarse ahora y despeñarse al instante. Eso le reconforta. No me parece un tipo de fiar. Me gustan bastante unos cuantos discos (Transformer, New York, Magic and loss), le dedico la indiferencia a la mayoría y alguno me deprime o me hace daño (Berlin, The blue mask, Mistrial). Nada supera en horror a Metal machine music, la ruidosa osadía vanguardista que casi lo arruina en 1975. Sus mejores amigos le dieron una oportunidad poco después, en una de sus peores fases enganchado a las drogas, y a Lou le salió un álbum delicioso, Coney Island Baby (1976). El criminal que había perpetrado Metal… se transformaba en un bohemio encantador. Los instrumentos justos, las canciones apacibles, algún espasmo turbador (Kicks), un poema aseado que no se sale de los raíles. Sencillo, entrañable.

BONUS TRACK 113: BEAUREGARD (ELLIOTT MURPHY)


Viene a tocar a mi ciudad en pocos días, en un acogedor teatro. Ya lo hizo hace años, en una sala venida a menos, donde unos pocos maleducados no dejaron de parlotear en un rincón lo que duró su actuación. Estuvo fenomenal pese a la grosera falta de respeto, y él se entregó a quienes fuimos a disfrutar. Elliott Murphy es un segundón de primera categoría. El éxito que nunca le acompañó en EEUU le convirtió en un autor consagrado en Europa. Su casa la tiene en París desde 1990. Su cuarto disco desde que encontró allí hogar y familia fue este Beauregard (1998), el primero que lo juntó con su ya perdurable guitarrista Olivier Durand. Álbum de barniz reluciente y regusto sabroso, por el que asoman rincones parisinos, guitarras cuidadosas y violines que absorben los aromas del Sena. Impecablemente exquisito.

viernes, mayo 17, 2013

40



“How long… we sing this song?”

Cuando éramos críos nuestros padres nos parecían demasiado mayores y apenas habían pasado de los cuarenta años. Ahora ni por asomo nos vemos como los veíamos a ellos cuando los contemplábamos desde tan abajo. Pero… esto es lo que hay. Entonces nos regalaban un transistor para las noches o un walkman para las excursiones, ahora les descargamos películas para que se entretengan el fin de semana o un pack para dos días de encanto en un balneario. Y entre nosotros nos obsequiamos con novelas, tiras cómicas y cuentos de nuestra ciudad, tartas en forma de claqueta y cuarenta corazones de azúcar.

“How long... we sing this song?”

domingo, mayo 12, 2013

SOUNDTRACK 128: THE WEST WING (II)


“Eres un hijo de puta, ¿lo sabías?”, le espeta a Dios el mismísimo presidente de los EEUU en el interior de una catedral, él solo, recogido tras el funeral por el fallecimiento de alguien muy cercano y cuya desaparición va a marcar el devenir de sus actos, de la propia serie en definitiva. “Al infierno con tus castigos, al infierno contigo”, le vuelve a reprochar a Dios, y en latín, antes de encender un cigarrillo en el templo, darle una calada y apagarlo en el suelo con el zapato con desafiante desprecio. (Con dos (o más) cojones. Vamos a votar por este tío…) Unos minutos después el presidente se lleva las manos a los bolsillos y ante la población mundial se dispone a comunicar quizá la decisión más importante de su vida mientras Dire Straits hacen sonar de fondo Brothers in arms.
Los finales de temporada (o finales finales) de algunas series de televisión norteamericanas llegan a cotas sensacionales de brillantez y emoción. El de la segunda etapa de El ala Oeste de la Casa Blanca es sublime. El carisma de Martin Sheen como presidente Bartlett cubre todo argumento, empapa toda relación humana que le incumbe y convierte esta serie no solo en un entrañable estudio de las relaciones humanas sino en una proeza admirable. No sólo él. Me asombro una vez más, tras otra entrega de 22 episodios, con la destreza narrativa de The West Wing. Quienes detrás diseñan con precisa caligrafía cada episodio y quienes con sus interpretaciones delante te acercan a las presiones y tensiones de los trabajos que representan son responsables de una obra magistral.

Me encantan las series en las que siento que llevo toda la vida viviendo o trabajando con sus personajes, con Leo, Josh, Sam, Donna, CJ, Charlie, Toby y el presidente de los Estados Unidos de América.

jueves, mayo 09, 2013

VOLUME TWO 62: RONNIE LANE


El genio auténtico era Ronnie Lane. (Usemos libremente el término “genio” esta vez) Supo cuándo estar y cuándo marchar. Construyó Small Faces y armó Faces. Lo pasó bien, desde luego, pero donde mejor encajaba era en Slim Chance, con su folk rock airoso y familiar, saliendo al campo, desgastando la carretera en un tour ruinoso. Un tipo entrañable. Con él me pasaría un fin de semana en su caravana, me emborracharía sin descanso. Regateó los vicios de la fama al intuir que se había perdido la magia, por eso se retiró a vivir lejos del ruido, como errantes gitanos y con lo indispensable, mientras sus excompañeros se compraban porsches, se follaban a todas las tías o se drogaban con los Stones. Se acercó a colegas como Clapton y Townsend y grabó un par de álbumes fantásticos.

Se fue hace mucho tiempo ya, en el 97. Cargó con los dolores de la esclerosis múltiple más de una década y puso su grano de arena para luchar contra ello y ayudar a quienes la sufren. Las canciones más bellas de Faces llevan su firma y rescatar las melodías apacibles de Slim Chance sigue siendo placentero. Escuchar Debris, Richmond, Glad and sorry o Ooh la la todavía me conmueve.


miércoles, mayo 08, 2013

GREATEST HITS 145: MANHATTAN (CAT POWER)


Vámonos de paseo, aunque sean solo 3 minutos. A Manhattan. Me sirve cualquier música que acompañe sus calles, su cielo, los semáforos, las tiendas, las canchas de baloncesto, el parque, el metro, la noche. Cat Power le brinda una canción con su nuevo tinte rubio y revuelto antes de que las imbéciles de la música, el cine y la moda se vistan el disfraz y el maquillaje punk y se cansen de su facha al día siguiente. Mmmmmmmme gusta.
 

domingo, mayo 05, 2013

BONUS TRACK 112: STEPHEN STILLS (STEPHEN STILLS)



Los rincones de las tiendas de segunda mano guardan variados y curiosos tesoros de todos los tiempos. Muchos vamos a esas tiendas a ejercer de arqueólogos entre la música y la literatura que otros desechan, o a deshacernos nosotros de aquello que una vez nos interesó o cayó de casualidad en nuestras manos y ahora no es digno de reposar en nuestras estanterías… Me duele que alguien una vez creyese que este disco no merecía estar entre sus posesiones y lo abandonara en el polvo de un almacén de artículos de baratillo. La anécdota fomenta una nueva escucha de este sensacional álbum, el primero de Stephen Stills en aquellos años irrepetibles, en 1970, ya enterrado Buffalo Springfield, ya con CSN (&Y) en plena acción.

A veces un músico alcanza en solitario la grandeza que comparte en el seno de una banda. Stills lo demostró en su primer trabajo. Llamó a un par de amigos como Eric Clapton y Jimi Hendrix para que adornasen dos temas fantásticos (Go back home y Old times good times), se rodeó de Crosby, Nash, Mama Cash, Booker T, botellas de tequila y demás complementos y completó un debut extraordinario. Tiene brío, fibra, la pureza emocionante de un pura sangre. Lo que después firmó Stills también solo no llega a este nivel. Cuando se toca el cielo es imposible subir más.