El genio
auténtico era Ronnie Lane. (Usemos libremente el término “genio” esta vez) Supo
cuándo estar y cuándo marchar. Construyó Small Faces y armó Faces. Lo pasó
bien, desde luego, pero donde mejor encajaba era en Slim Chance, con su folk
rock airoso y familiar, saliendo al campo, desgastando la carretera en un tour
ruinoso. Un tipo entrañable. Con él me pasaría un fin de semana en su caravana,
me emborracharía sin descanso. Regateó los vicios de la fama al intuir que se
había perdido la magia, por eso se retiró a vivir lejos del ruido, como errantes
gitanos y con lo indispensable, mientras sus excompañeros se compraban porsches,
se follaban a todas las tías o se drogaban con los Stones. Se acercó a colegas
como Clapton y Townsend y grabó un par de álbumes fantásticos.
Se fue
hace mucho tiempo ya, en el 97. Cargó con los dolores de la esclerosis múltiple
más de una década y puso su grano de arena para luchar contra ello y ayudar a quienes
la sufren. Las canciones más bellas de Faces llevan su firma y rescatar las
melodías apacibles de Slim Chance sigue siendo placentero. Escuchar Debris,
Richmond, Glad and sorry o Ooh la la todavía me conmueve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario