En su
segunda temporada Homeland va más allá del elogio. Añoraba sentir tanta tensión
al final de cada entrega, tanta ansia por que llegara la noche siguiente y
comenzar un nuevo capítulo, plantearme preguntas para resolver intrigas o
adivinar comportamientos. Su equivalente más reciente en la pantalla grande es
La noche más oscura, la excelente película de Kathryn Bigelow que desentraña la
captura de Bin Laden. Homeland contiene la misma parsimonia para alcanzar un
objetivo, la exhaustiva preparación, la concisión expresiva. El enemigo está en
casa, pero lo que consideramos nuestro hogar es un enjambre silencioso apestado
de propósitos sospechosos y propósitos dudosos. El CIA y el poder, mejor que no
te fíes. Y tras el último episodio, recordando el inesperado suceso que a lo
largo de él ocurre, surgen nuevos enigmas apasionantes: ¿por qué?, ¿cuándo?,
¿quién?, ¿cómo?. Me cuesta pensar que hasta septiembre no llegará la tercera temporada. Homeland también ganó los Globos de Oro en las principales
categorías. Memorable el trabajo de Damien Lewis, perverso e indescifrable, y de
Claire Danes, intrépida y tenaz. Sensacional también Mandy Patinkin y sus
miradas severas agotadas por la resignación y la nostalgia. Una serie de 10.
sábado, enero 26, 2013
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