Y en directo es donde se demuestra. Hiatt lo confirmó con su presencia misma, la de un tipo cualquiera con su chaqueta y sus pantalones gastados. Le acompaña The Combo, sólido trío con Patrick O’Hearn al bajo, Doug Lancio en la guitarra y Kenny Bevlins en la batería. El arranque fue la premonición de la perfección: Perfectly good guitar, y luego Your Daddy did, y después Alone in the dark, y a continuación The open road, el arranque de su último disco, del que sonaron otras dos piezas mejoradas ante el público, cada vez más emocionado el londinense en la terminación de cada canción. Porque cayeron Slow turning, Cry love, Master of disaster dedicada a Jim Dickinson, Tennessee plates y la maravillosa Feels like rain. Y, por supuesto, Have a little faith in me, aunque sin piano, antes de que Riding with the king cerrase en la cúspide del orgasmo una actuación magistral.
Alguien lo dijo varias veces o uno lo dijo alguna vez: “Rock N Roll can never die”. Con tipos como John Hiatt es imposible que muera. Nos dio las gracias de corazón varias veces al despedirse, siempre sonriente y satisfecho. No, somos nosotros quienes te las damos a ti. Otro grande que pasa por mi retina.
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