A Bowie se le agradece su continuo deseo de experimentar, de no encasillarse nunca y cambiar de piel año tras año y disco tras disco. Su desconcertante reinvención acentúa su sana inquietud por la transformación, pero no conlleva ninguna garantía artística, digamos. En aquellos días supongo que la imagen ambigua, andrógina y provocadora de aquel tipo escuálido que se disfrazaba de visitante de otro planeta y aparecía grotescamente peirnado, vestido y maquillado en escena trascendió más que la calidad que contenía su música. Ziggy Stardust, por ejemplo, es un disco que no me dice nada (será porque aún no había nacido en aquel año 1972, que yo no estaba allí y esa experiencia me coge demasiado lejos). Y me ocurre lo mismo con los rugosos, irregulares y a veces descuidados sonidos de Hunky Dory (1971), Aladdin Sane (1973) o Diamond dogs (1974). Me atrae un poco más Space Oddity (1972), aunque su primer gran álbum me parece Young americans (1975), cuando empezaba a amigarse con el diablo antes de volverse reinventar y a regresar a la superficie de los vivos con trabajos más apreciables.
2 comentarios:
Justo al contrario. Yo los discos que conozco son los que mencionan y en su mayoria me gustan mucho - Space Oddity, Hunky Dory, Pin Ups ... la famosa epoca alemana me supera y lo retomo en el cenit de su comercialidad 80s ... que mevuelve a encantar digan lo que digan.
Vaya, como has podido leer, no coincidimos en la primera parte de su obra. Tienes razón, la etapa alemana es difícil de tragar. Para mí mejora también la cosa con Station to station, y coincido contigo en que algunas cosas de su fase más comercial son realmente buenas. Y los dos últimos de estudio, Heathen y Reality, también.
La verdad es que me gustaría que publicase material nuevo pronto. A ver con qué nos sorprende.
Saludos
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