“Hay cosas que nunca cambian”, rutinas que nos sobreviven y resisten a las horas, días y semanas de separación. Verte de espaldas, darte la vuelta, abrir los brazos, atraparme y dejarte besar una, dos y tres veces. Contarnos cosas, reírnos, preocuparnos, soñar un poco, acompañarnos. Un guiño de ojos, una voz afónica, la ropa en tu cuerpo, la forma de los dedos, los gestos de las manos, la suavidad de una mejilla, los dientes que se ríen. Basta con eso. Aunque hay tanto.
lunes, noviembre 09, 2009
REGRESO
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